Candidatos presidenciales y el futuro del Ministerio de Seguridad: entre nombres, estrategias y visiones encontradas

Candidatos presidenciales y el futuro del Ministerio de Seguridad: entre nombres, estrategias y visiones encontradas
Actualidad
Política
2025-11-12
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- Diversidad de enfoques sobre quién debe liderar el Ministerio de Seguridad.

- Nombres concretos y reservas: algunos candidatos revelan perfiles, otros prefieren esperar.

- Tensiones ideológicas entre un enfoque militarizado y uno integral para combatir la delincuencia.

Un escenario de confrontación y expectativas ha marcado el debate presidencial en torno al futuro Ministerio de Seguridad, creado hace apenas siete meses para centralizar la lucha contra el crimen organizado, el narcotráfico y el terrorismo en Chile. A menos de un mes para las elecciones, los ocho candidatos que aspiran a La Moneda han revelado sus criterios y, en algunos casos, nombres específicos para ocupar esta cartera, un tema que se ha convertido en uno de los ejes más sensibles y disputados de la campaña.

El 10 de noviembre de 2025, durante el debate presidencial de Anatel, los aspirantes expusieron sus visiones sobre seguridad pública y sus planes para el Ministerio. Sin embargo, la diversidad de posturas refleja no solo diferencias políticas, sino también profundas discrepancias sobre cómo enfrentar la crisis de seguridad que afecta a distintas regiones del país.

La apuesta por la concreción y la experiencia militar

Franco Parisi, líder del Partido de la Gente, fue uno de los pocos que mencionó nombres propios, destacando la figura de Flavio Espinoza, exjefe de la Brigada de Homicidios de la PDI en Valparaíso, conocido como “Tío Flavio”. Parisi subrayó la importancia de contar con expertos en terreno y con experiencia directa en la lucha contra el crimen en zonas complejas como el puerto de Valparaíso.

En una línea similar, Marco Enríquez-Ominami propuso a Rafael Harvey, exmilitar y abogado que ha denunciado corrupción en las Fuerzas Armadas. Aunque reconoció que la aprobación de leyes más duras depende del Congreso, enfatizó la necesidad de un liderazgo firme y con respaldo parlamentario para endurecer las políticas de seguridad.

Por su parte, Johannes Kaiser, del Partido Nacional Libertario, planteó una propuesta más radical: fusionar las carteras de Defensa y Seguridad bajo un liderazgo militar, específicamente el general retirado Luis Felipe Cuéllar, con amplia experiencia en estados de excepción en las zonas de conflicto. Esta propuesta ha generado rechazo en sectores civiles que temen una militarización excesiva de la seguridad pública.

La cautela y la prudencia antes de las elecciones

Frente a estas propuestas concretas, otros candidatos optaron por la prudencia y la espera. Eduardo Artés (Partido Comunista) y Harold Mayne-Nicholls (independiente) coincidieron en que la designación del ministro de Seguridad debe definirse luego de la elección, evitando adelantar nombres que podrían condicionar el voto.

Jeannette Jara, del pacto Unidad por Chile y la Democracia Cristiana, también evitó nombrar posibles ministros, enfatizando que primero debe ganarse la elección y que la ciudadanía debe decidir soberanamente antes de discutir cargos ministeriales.

Seguridad integral versus mano dura

Evelyn Matthei, representante de Chile Vamos, se centró en una visión integral y multidisciplinaria para enfrentar el crimen, con un ministro que combine inteligencia financiera, control de fronteras y apoyo legal a policías y jueces. Su propuesta de un ministro ingeniero refleja un enfoque técnico y coordinado, que busca abarcar todas las aristas del combate a la delincuencia.

En contraste, José Antonio Kast, del bloque Republicano y Social Cristiano, reiteró el rechazo de su sector a la creación del Ministerio de Seguridad, pero aseguró contar con un equipo técnico robusto y planes como el Escudo Fronterizo, liderado por exgenerales, para enfrentar el narcotráfico y el terrorismo, enfatizando la voluntad política por sobre el nombre del ministro.

Voces ciudadanas y el desafío regional

Desde regiones como Valparaíso, donde el crimen organizado ha dejado una huella profunda, la expectativa por un liderazgo fuerte y conocedor del territorio es alta. Sin embargo, también crece la preocupación por un eventual aumento de la militarización y la restricción de derechos civiles en la lucha contra la delincuencia.

Organizaciones sociales y expertos en derechos humanos advierten sobre los riesgos de priorizar la mano dura sin políticas integrales de prevención y reinserción, alertando que la seguridad no puede ser solo una cuestión de fuerza sino también de justicia social.

Constataciones finales

La discusión sobre el Ministerio de Seguridad ha dejado en evidencia la fragmentación política y social que atraviesa Chile en materia de seguridad pública. La tensión entre un enfoque militarizado y otro integral refleja un país que busca respuestas urgentes a problemas complejos, pero que aún no encuentra un consenso claro.

El futuro ministro será, sin duda, una figura clave para definir el rumbo de la seguridad en Chile, pero su elección dependerá tanto del resultado electoral como de la capacidad del próximo gobierno para negociar con un Congreso fragmentado y una sociedad dividida.

Mientras tanto, la ciudadanía observa expectante, consciente de que la seguridad es un desafío que trasciende nombres y estrategias: es una cuestión de confianza, derechos y convivencia social que Chile debe resolver con prudencia y visión de largo plazo.

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Fuentes: La Tercera (10/11/2025), Cooperativa (26/10/2025).