Bolivia tras la tormenta: la caída del MAS, la liberación de Áñez y la nueva era de Rodrigo Paz

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Internacional
América Latina
2025-11-12
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- Desgarradora fractura interna del MAS que marca el fin de dos décadas de hegemonía.

- Liberación polémica de Jeanine Áñez, símbolo y víctima de la crisis política.

- Transición incierta hacia el centrista Rodrigo Paz, entre esperanzas y viejos fantasmas.

En los últimos días, Bolivia ha vivido el cierre de un ciclo político que parecía inquebrantable y el inicio de una transición que promete, pero también inquieta. El Movimiento al Socialismo (MAS), partido que gobernó sin interrupciones por casi 20 años, culminó su era con la salida de Luis Arce, expulsado de sus filas y señalado por Evo Morales como el "peor presidente" de la historia del país. Esta fractura no solo representa un quiebre partidario, sino el desplome de un proyecto político que, en sus mejores años, prometió transformación social y económica, y que ahora se desangra entre acusaciones de corrupción, divisiones internas y pérdida de legitimidad.

Luis Arce, en su despedida, reconoció la división como el mayor error político, lamentando el "durísimo golpe anímico y moral" sufrido por las bases y electorado. La pugna entre Arce y Morales, que se intensificó desde 2021, ha dejado al MAS en una crisis de liderazgo que derivó en expulsiones y en la pérdida de su hegemonía histórica. Arce acusó a Morales de bloquear la democratización del partido y de actuar con una voluntad de poder que dañó la paz social y la economía.

En paralelo, la liberación de la expresidenta Jeanine Áñez ha abierto heridas aún abiertas en la sociedad boliviana. Condenada por el derrocamiento de Morales en 2019, Áñez pasó casi cinco años en prisión. Su excarcelación, ordenada por el Tribunal Supremo de Justicia tras una revisión del caso, ha sido celebrada por la oposición y figuras internacionales, pero duramente criticada por víctimas de las masacres ocurridas durante su gobierno interino y por el MAS, que denuncian un sometimiento de la justicia al nuevo orden político que encabezará Rodrigo Paz.

Áñez, al salir de prisión, reafirmó su inocencia y su compromiso con Bolivia, señalando que "jamás se arrepentirá de haber servido a su patria". Sin embargo, el debate sobre la legitimidad de su gobierno y la violencia que se vivió en ese período sigue siendo un tema de profunda división social y política.

El escenario político se completa con la llegada de Rodrigo Paz, presidente electo que rompe con dos décadas de dominio del MAS. Su discurso, más centrado en el pragmatismo y la apertura económica, busca distanciarse tanto de Morales como de las viejas estructuras partidarias. Paz apuesta por un "centro boliviano" que priorice el desarrollo sostenible y la estabilidad, enfrentando desafíos como la crisis de combustibles y la necesidad de reactivar la economía formal.

En materia internacional, Paz ha anunciado la intención de reabrir relaciones con Estados Unidos y otras potencias, incluyendo la cooperación antidrogas con la DEA, un tema que Morales ha cuestionado vehementemente, recordando la prohibición constitucional de presencia de fuerzas extranjeras armadas en Bolivia y proponiendo un referéndum para decidir sobre esta cuestión.

La tensión entre estas visiones refleja la complejidad de la transición boliviana: mientras Paz intenta proyectar un futuro de diálogo y apertura, las heridas del pasado, las disputas por el poder y las acusaciones judiciales persisten como sombras que condicionan el presente.

Como señaló Arce en su despedida, "el proceso de cambio fue herido de muerte"; sin embargo, la historia boliviana, marcada por resiliencia y reinvención, aún no ha escrito su próximo capítulo definitivo.

Este momento invita a reflexionar sobre las consecuencias visibles de décadas de hegemonía política, la fragilidad de los proyectos de poder y la necesidad de construir consensos que permitan una Bolivia más estable y democrática. La pluralidad de voces, desde las bases sociales hasta los líderes en disputa, revela un país en busca de su identidad y rumbo, en medio de la tragedia y la esperanza.