El 9 de noviembre de 2025, en medio de la cumbre CELAC-UE en Santa Marta, Colombia, el Acuerdo de Libre Comercio entre la Unión Europea y Mercosur volvió a tomar protagonismo como símbolo de cooperación frente al creciente unilateralismo global, especialmente el promovido por Estados Unidos bajo la administración Trump.Este pacto, que tras más de dos décadas y media de negociaciones políticas fue adoptado formalmente por la Comisión Europea en 2025, aún no ha entrado en vigor debido a la falta de ratificación unánime de los 27 Estados miembros. España y Alemania han emergido como los principales impulsores en Europa, mirando en este acuerdo una alternativa frente a la guerra comercial entre Washington y Pekín. Sin embargo, Francia permanece escéptica, preocupada por el impacto en su sector agrícola, lo que ha dilatado el proceso de aprobación.En este contexto, el presidente francés Emmanuel Macron mostró una apertura cauta durante la COP30 en Brasil, señalando una posición "bastante positiva" pero manteniendo la vigilancia sobre el acuerdo.
Desde América Latina, el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva ha sido uno de los más enfáticos defensores del tratado, afirmando que representa una oportunidad para fortalecer el multilateralismo en el comercio internacional y crear un mercado conjunto de 718 millones de personas con un PIB estimado en 22 billones de dólares."El acuerdo Mercosur-UE prueba que es posible fortalecer el multilateralismo también en el frente comercial", declaró Lula durante la cumbre. Por su parte, la vicepresidenta de la Comisión Europea, Teresa Ribera, enfatizó que la UE busca no solo firmar el acuerdo con Mercosur en diciembre, sino también actualizar el pacto vigente con México para 2026, reafirmando la apuesta europea por la cooperación y no el aislamiento.La firma definitiva se proyecta para la cumbre de Mercosur en Río de Janeiro el próximo 20 de diciembre, con Paraguay asumiendo la presidencia pro tempore y Uruguay preparado para impulsar el acuerdo.
No obstante, las voces críticas no han desaparecido. En Europa, más allá de Francia, sectores agrícolas y ambientalistas cuestionan el impacto que el tratado podría tener en la producción local y en la sostenibilidad ambiental. En América Latina, algunas organizaciones sociales y expertos advierten sobre los riesgos de liberalización comercial acelerada en economías aún vulnerables y la posible profundización de desigualdades internas.
Este contraste de perspectivas dibuja un escenario complejo, donde la esperanza de un bloque comercial fortalecido convive con las dudas sobre la implementación y las consecuencias socioeconómicas.
En definitiva, el Acuerdo UE-Mercosur se presenta como un laboratorio de resistencia al unilateralismo global, pero también como un desafío para conciliar intereses diversos y garantizar que la apertura comercial se traduzca en beneficios equitativos para todas las partes involucradas. La decisión que se tome en diciembre no solo definirá el futuro comercial de dos grandes regiones, sino que también reflejará la capacidad de América Latina y Europa para construir un multilateralismo pragmático y plural.
Fuentes: El País América Colombia (9 de noviembre de 2025), declaraciones oficiales de líderes de Mercosur y la Comisión Europea.
2025-11-08