
En la arena pública chilena, el presidente Gabriel Boric lanzó un desafío que aún resuena con fuerza: la delincuencia juvenil no es solo un problema individual, sino un reflejo de un fracaso colectivo. En su Cuenta Pública del 10 de noviembre de 2025 y durante la entrega del Informe Anual de la Defensoría de la Niñez, el mandatario afirmó que cuando niños y adolescentes caen en las garras de la delincuencia, la sociedad entera debe asumir responsabilidad.
"Cuando uno ve un portonazo en donde participan niños de 14 años; cuando hay delitos con adolescentes que aún no cumplen la mayoría de edad, más allá de la responsabilidad individual, que debe determinar la justicia, también tenemos que pensarlo como un fracaso de la sociedad", sentenció Boric, en una declaración que ha polarizado el debate nacional.
### Un discurso que divide: mano dura versus prevención
Desde sectores conservadores, la respuesta fue inmediata y crítica. Para figuras como la exministra Evelyn Matthei, la prioridad sigue siendo endurecer las penas y aplicar mano dura. "Cárcel o cementerio", ha sido su lema para enfrentar el crimen organizado y el terrorismo juvenil, reflejando una visión que prioriza la seguridad y la sanción.
En contraste, la izquierda y organizaciones sociales han aplaudido la mirada de Boric, que enfatiza la prevención y la reinserción. "Recuperar a 18.400 niños que habían salido de la escuela y que vuelven a entrar es una forma concreta de enfrentar la delincuencia", explicó el presidente, destacando los esfuerzos del gobierno por ampliar plazas escolares y fortalecer programas sociales.
### Voces ciudadanas y regionales: una realidad multifacética
En regiones como la macrozona sur, donde la violencia y el narcotráfico afectan a comunidades enteras, la percepción ciudadana es ambivalente. Algunos familiares de jóvenes en riesgo reclaman mayor apoyo estatal y oportunidades, mientras que comerciantes y vecinos exigen respuestas contundentes para garantizar la seguridad.
En Santiago, la preocupación se centra en barrios vulnerables, donde la exclusión social y la falta de acceso a servicios básicos alimentan el círculo vicioso de la delincuencia juvenil.
### ¿Qué dicen los datos?
Según el último informe del Ministerio de Justicia, la tasa de reincidencia juvenil ha disminuido en un 7% en el último año, mientras que los programas de reinserción escolar y laboral han beneficiado a más de 20 mil menores. Sin embargo, expertos advierten que estas cifras no son suficientes para revertir la compleja trama de desigualdad y violencia que atraviesa al país.
### Constataciones y consecuencias
Este episodio pone en evidencia varias verdades incómodas: la delincuencia juvenil no puede ser abordada exclusivamente desde el castigo ni desde la prevención aislada. Es un fenómeno que refleja problemas estructurales profundos, como la pobreza, la exclusión, la fragilidad del sistema educativo y la falta de redes de apoyo.
La declaración presidencial también desnuda la tensión entre un Estado que busca equilibrar seguridad con derechos humanos y una ciudadanía que demanda soluciones inmediatas y efectivas.
Finalmente, el llamado de Boric a entender la delincuencia juvenil como un fracaso de la sociedad invita a un ejercicio colectivo de autocrítica y responsabilidad compartida. No es solo un problema para las policías o los tribunales, sino para todos quienes construyen el tejido social chileno.
La tragedia de los jóvenes que delinquen es la tragedia de un país que aún no logra ofrecerles un futuro digno y seguro. El debate continúa, pero la urgencia de actuar con profundidad y pluralidad de enfoques es innegable.
2025-11-05
2025-11-07