A fines de junio, una sanción de dos partidos de suspensión impuesta por el Tribunal de Disciplina de la ANFP marcó el punto más bajo en el publicitado retorno de Arturo Vidal a Colo Colo. La medida, que lo dejó fuera de los clásicos contra Universidad Católica y Universidad de Chile, no fue un hecho aislado, sino la culminación de un semestre que comenzó con la euforia de un rey volviendo a su castillo y terminó con el mismo rey cuestionado por su temperamento y rendimiento. Lo que se proyectaba como un capítulo glorioso en la historia del club y del jugador, se ha convertido, en poco más de 90 días, en un complejo estudio sobre las expectativas, la presión y el difícil ocaso de un ídolo.
El semestre arrancó en abril bajo un aura de celebración. La vuelta de Vidal, uno de los estandartes de la 'Generación Dorada', coincidió con el centenario del club, y su presencia en los festejos junto a otras glorias como Jorge Valdivia y Matías Fernández parecía presagiar un renacer deportivo. Sin embargo, la narrativa festiva comenzó a fisurarse a principios de junio. Una millonaria oferta del Pachuca de México para disputar el Mundial de Clubes tentó fuertemente al jugador, pero fue rechazada de plano por la dirigencia de Blanco y Negro, que lo declaró intransferible. Fuentes del club hablaron de "un camión de plata", evidenciando la magnitud de la oportunidad desechada y sembrando las primeras dudas sobre la sintonía entre el jugador y la institución.
La tensión latente estalló en la cancha. El 12 de junio, en un partido contra Deportes Iquique, la imagen del 'Rey' se desmoronó: falló un penal, marcó un autogol y, en un acto que encendió todas las alarmas, se encaró duramente con su propio arquero, Fernando de Paul, tras el error. El líder carismático daba paso a una figura frustrada e irascible.
El punto de no retorno llegó diez días después. En la derrota ante Audax Italiano, Vidal fue expulsado por doble amarilla tras protestar airadamente una decisión del árbitro Fernando Véjar. Su defensa pública fue que solo había dialogado, pero el informe arbitral, lapidario, lo desmintió: "Luego de exhibirle la tarjeta roja, este jugador reacciona de manera agresiva, insultándome en reiteradas ocasiones y gritando a viva voz ‘malo culiao, soy muy malo’".
El caso Vidal expone una disonancia cognitiva en el fútbol chileno. Por un lado, está el legado del ídolo: el bicampeón de América, el multicampeón en Europa, el jugador que encarna la garra y el coraje. Desde esta perspectiva, defendida por un sector de la hinchada y, en un principio, por la dirigencia encabezada por Aníbal Mosa, sus exabruptos son vistos como una muestra de su carácter competitivo, una pasión desbordada de quien no tolera la mediocridad.
En contraste, emerge la realidad del jugador actual: un futbolista de 38 años cuyo rendimiento ha sido irregular y cuyo temperamento se ha convertido en un pasivo para el equipo. La perspectiva del cuerpo arbitral, formalizada en el informe de Véjar, y la de analistas deportivos, apunta a una falta de autocrítica y a una incapacidad para gestionar la frustración. El 'Rey' parece exigir un trato deferente que su presente en la cancha ya no justifica, confundiendo, como señaló la académica María José Naudon en un análisis sobre el lenguaje político, el "coraje" con la mera vehemencia.
La dirigencia, que apostó por su retorno como un golpe de efecto mediático y deportivo, se encuentra ahora en una encrucijada: ¿cómo gestionar a una leyenda que no está cumpliendo con las expectativas y que, además, daña la disciplina del plantel? La decisión de retenerlo frente a la oferta de Pachuca hoy se lee bajo una nueva luz, quizás como el origen de una insatisfacción que ha escalado.
Con Arturo Vidal suspendido para dos de los partidos más importantes del semestre, su retorno a Colo Colo está en una fase crítica. El debate ya no es sobre cuántos goles marcará o cuántos títulos ganará, sino sobre su rol dentro y fuera del campo. La narrativa ha pasado de la crónica deportiva al análisis del comportamiento, del liderazgo y de la gestión de un patrimonio simbólico.
El tema está lejos de estar cerrado. Ha evolucionado de una noticia deportiva a un caso de estudio sobre la delgada línea que separa el carácter de la indisciplina y la gloria pasada del rendimiento presente. La pregunta que resuena en el ambiente es si Arturo Vidal podrá reconducir su segundo acto en Colo Colo para estar a la altura de su propia leyenda o si, por el contrario, los hinchas están asistiendo al doloroso y conflictivo epílogo de uno de los futbolistas más grandes de la historia de Chile.