
En un giro que ha dejado perplejos a seguidores y críticos por igual, Rosalía lanzó 'Lux' el 7 de noviembre de 2025, un álbum que no solo profundiza en la mística femenina y la espiritualidad, sino que también se atreve a desnudar las heridas de relaciones tóxicas. La cantante catalana, conocida por su habilidad para reinventarse, ha tejido una obra que conjuga violines y piano con ritmos urbanos, y letras que oscilan entre la devoción y la crítica mordaz.
El recorrido de 'Lux' comenzó semanas antes con una campaña que ya anticipaba la ruptura con su etapa previa: imágenes de Rosalía vestida de blanco con atuendos monásticos, referencias a la contemplación y la iluminación, y una portada que recuerda a la iconografía religiosa clásica. Este acercamiento a la imaginería conventual ha generado un fenómeno cultural llamado 'monjamanía', que no solo resucita el interés por el mundo de las monjas y el convento, sino que también conecta con una ola más amplia de búsqueda espiritual en el arte contemporáneo.
Pero no todo es luz en 'Lux'. El tema más comentado, 'La Perla', ha puesto en el centro del debate la sinceridad brutal de Rosalía al denunciar a un "terrorista emocional". 'Si me hacen algo, yo lo digo', afirmó la cantante en una entrevista reciente, dejando claro que la canción mezcla verdad y ficción, pero que no rehúye la exposición personal. La especulación sobre la identidad del destinatario —que ha apuntado a figuras como Rauw Alejandro— ha alimentado la polémica y el interés mediático.
Este choque entre la espiritualidad elevada y la crudeza emocional ha dividido opiniones. Desde sectores que valoran la valentía de Rosalía por abrir una ventana a la vulnerabilidad femenina, hasta críticos que cuestionan la mezcla de lo sacro con lo profano y la estrategia comercial detrás de la polémica.
En paralelo, la artista ha sido señalada por su apoyo a causas sociales, como el activismo queer, reflejado en su elección de prendas y colaboraciones, que han reforzado su imagen como una figura que desafía normas y busca representar diversas identidades.
La recepción del álbum también ha puesto en evidencia diferencias generacionales y culturales. Mientras jóvenes y colectivos LGTBI ven en 'Lux' un himno a la diversidad y la autenticidad, sectores más conservadores han expresado incomodidad con la mezcla de símbolos religiosos y mensajes disruptivos.
Este debate se enmarca en un contexto más amplio donde la cultura popular se encuentra en tensión entre tradición y modernidad, espiritualidad y desencanto, sinceridad y espectáculo.
Así, 'Lux' no es solo un álbum, sino un campo de batalla simbólico donde Rosalía desafía tanto a sus detractores como a sus admiradores a repensar lo que significa ser mujer, artista y figura pública en el siglo XXI.
En definitiva, las verdades que emergen son claras: Rosalía ha logrado con 'Lux' un trabajo que trasciende la música para convertirse en un fenómeno cultural que mezcla catarsis personal con una exploración profunda de la identidad femenina y la espiritualidad contemporánea. Las consecuencias visibles son un diálogo abierto sobre las heridas emocionales, la búsqueda de sentido y la representación artística en tiempos de polarización y sobresaturación mediática.