
Marco Enríquez-Ominami (ME-O) ha emergido nuevamente en la escena política chilena con una absolución judicial que pone fin a un proceso de más de una década. El 22 de octubre de 2025, el 3° Tribunal Oral en lo Penal de Santiago lo declaró inocente en el caso SQM, tras un juicio que comenzó en 2023 y que se extendió por 11 años de investigaciones y acusaciones. Este episodio judicial, que marcó su carrera y condicionó su protagonismo político, ha sido interpretado por sus seguidores como una reivindicación y por sus detractores como un capítulo más de la polarización que atraviesa la política chilena.
En palabras del propio ME-O, "Se hizo justicia. Después de 11 años, fui declarado inocente de todas las acusaciones que se orquestaron en mi contra. No encontraron nada, porque no había nada". Sus abogados, por su parte, denunciaron una investigación marcada por deficiencias y persecución política, apuntando a fiscales regionales y nacionales por un "mal trabajo" que vulneró garantías básicas.
Este veredicto llega en un momento crucial de la campaña presidencial, a menos de un mes de la elección del 16 de noviembre, donde ME-O ha intentado reposicionarse con una agenda que combina críticas al sistema político y económico vigente con propuestas concretas. Su plan para crear 1.300.000 empleos en sectores como energías renovables, saneamiento rural y movilidad sostenible, junto con la introducción de un seguro catastrófico previsional, apuntan a un modelo de alianza entre Estado y mercado que desafía tanto a la derecha como a la izquierda tradicional.
Sin embargo, la recepción de estas propuestas es diversa y refleja las tensiones del actual escenario político chileno. Desde sectores de derecha, se cuestiona la viabilidad financiera y la eficacia de sus medidas, mientras que en la izquierda se observa una mezcla de escepticismo y rechazo, especialmente por su crítica abierta a la coalición oficialista y su postura en temas de seguridad y justicia.
La seguridad, de hecho, se ha convertido en uno de los temas centrales de su discurso. ME-O ha propuesto una política de "mano justa y mano firme", enfatizando la necesidad de fortalecer la inteligencia en Gendarmería, mejorar la formación policial y mantener el estado de excepción en La Araucanía, pero con una legislación renovada y un diálogo permanente con las comunidades. Su acercamiento a experiencias de países como Perú y España busca mostrar un pragmatismo que contrasta con la retórica polarizada que domina el debate nacional.
En materia de derechos sociales, ha entrado en la batalla por la igualdad de género con propuestas para ampliar la cobertura de salas cuna y subsidios para mujeres jefas de hogar, al mismo tiempo que defiende una agenda liberal en temas de aborto, eutanasia y derechos reproductivos. Su rechazo a las AFP y la promesa de reformar el sistema previsional con un seguro catastrófico buscan dar certezas a los trabajadores y a los futuros pensionados.
Pero no todo es optimismo para ME-O. Su figura sigue siendo controvertida y su capacidad para capitalizar esta absolución judicial en votos es puesta en duda por analistas y encuestas. La fragmentación del electorado y la consolidación de una "ola de derecha dura del 65%", según sus propias palabras, evidencian un contexto difícil para cualquier candidatura que no logre articular un mensaje claro y convincente.
En conclusión, la absolución de Marco Enríquez-Ominami representa un punto de inflexión en su carrera política, pero también abre interrogantes sobre su rol en un escenario electoral marcado por la polarización y la incertidumbre. Su propuesta de un nuevo pacto económico y social, junto con una política de seguridad pragmática, intentan ofrecer una alternativa que desafía los modelos tradicionales, aunque su éxito dependerá de cómo logre navegar las resistencias internas y externas en las próximas semanas.
La historia de ME-O en esta elección es, en definitiva, un drama político que refleja las complejidades y contradicciones de Chile hoy: el choque entre la justicia y la política, la necesidad de reformas profundas y la dificultad de construir consensos en tiempos convulsos.