
El Tribunal Superior de Bogotá absolvió a Álvaro Uribe Vélez de los cargos de soborno a testigos y fraude procesal, dejando sin efecto la condena de 12 años de prisión domiciliaria que pesaba sobre el expresidente colombiano. Este fallo, conocido el 21 de octubre de 2025, pone fin a un proceso judicial que se extendió durante más de una década y que marcó un antes y un después en la historia política y judicial de Colombia.
Uribe fue condenado en primera instancia el 1 de agosto de 2025 por la jueza Sandra Heredia, quien le imputó manipulación de testigos y fraude procesal, imponiéndole una pena que debía cumplirse de inmediato. Sin embargo, la defensa apeló y el Tribunal Superior, tras revisar exhaustivamente un expediente de más de 700 páginas, determinó que no existían pruebas robustas que acreditaran la responsabilidad directa del expresidente en los delitos imputados.
El magistrado Manuel Antonio Merchán, al leer el fallo, subrayó que "no basta con la existencia de una dádiva, debe probarse la intención ilícita", y criticó duramente la valoración probatoria de la sentencia inicial, señalando que se introdujeron hechos ajenos a la acusación y se vulneró el derecho a la defensa.
El tribunal encontró inconsistencias y contradicciones en los testimonios clave, destacando la mendacidad de algunos testigos y la ausencia de evidencia directa sobre la supuesta instigación de Uribe para manipular declaraciones. Además, invalidó las interceptaciones telefónicas que habían sido determinantes en la condena inicial, calificándolas de prueba ilícita por haberse obtenido a partir de un error en la orden judicial.
Este caso se originó en 2012 cuando Uribe denunció al senador Iván Cepeda por supuesta manipulación de testigos vinculados a grupos paramilitares. La Corte Suprema, sin embargo, archivó la investigación contra Cepeda y abrió un proceso contra Uribe por presunta manipulación de testigos, poniendo en marcha una saga judicial que atravesó gobiernos, cambios fiscales y coyunturas electorales.
"Las vidas políticas de Uribe son muchas", señala Camila Osorio en El País América Colombia, recordando cómo el expresidente ha logrado sobrevivir a escándalos y mantenerse como un actor central en la derecha colombiana.
La absolución ha generado un choque de interpretaciones que refleja la profunda polarización del país. Desde la derecha, figuras como Vicky Dávila celebran la decisión como una reivindicación y un paso para fortalecer la coalición que Uribe lidera hacia las elecciones de 2026. El expresidente ha retomado su papel como árbitro político, reuniéndose con líderes como César Gaviria y Germán Vargas Lleras para construir una gran alianza que abarque desde el conservadurismo hasta sectores de centro.
Por otro lado, el presidente Gustavo Petro expresó su desacuerdo en redes sociales, denunciando que la sentencia tapa la historia de la gobernanza paramilitar en Colombia y acusando a Uribe y sus aliados de mantener vínculos con el narcotráfico y el clientelismo. "Así se tapa la historia de la gobernanza paramilitar en Colombia", afirmó Petro, convocando a movilizaciones en Bogotá.
Con esta absolución, Uribe queda habilitado para participar activamente en la política, incluyendo su candidatura al Senado por el Centro Democrático en las próximas elecciones. Sin embargo, el caso no está cerrado: las víctimas han anunciado un recurso de casación ante la Corte Suprema de Justicia, que podría reabrir la discusión y prolongar la incertidumbre jurídica.
Este desenlace redefine el tablero político colombiano en un momento clave, cuando el país se prepara para las elecciones legislativas y presidenciales de 2026. La figura de Uribe, lejos de desaparecer, se fortalece como un actor decisivo para la derecha, mientras que la izquierda enfrenta el reto de articular una respuesta política y social frente a lo que considera una impunidad estructural.
La sentencia también pone en evidencia las tensiones entre justicia y política en Colombia, donde los procesos judiciales no solo persiguen responsabilidades legales, sino que se convierten en escenarios de conflicto ideológico y de poder.
La absolución de Álvaro Uribe no es solo un giro judicial, sino un episodio que desnuda la complejidad de la democracia colombiana: la lucha entre narrativas enfrentadas, el peso de los intereses históricos y la fragilidad de las instituciones frente a la política. En este drama político, Uribe emerge una vez más como un sobreviviente, mientras el país observa expectante el desenlace definitivo que podría marcar su futuro inmediato y el de Colombia.
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Fuentes: El País América Colombia, BBC News Mundo, Cooperativa.cl, La Tercera, declaraciones públicas de Gustavo Petro y líderes del Centro Democrático.
2025-10-22