Crisis en Cisjordania: Israel detiene la anexión en medio de presiones internacionales y divisiones internas

Crisis en Cisjordania: Israel detiene la anexión en medio de presiones internacionales y divisiones internas
Internacional
América Latina
2025-11-12
Fuentes
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- Detención temporal del proyecto de anexión de Cisjordania por parte de Israel.

- Choque diplomático entre Washington e Israel con críticas directas de figuras clave estadounidenses.

- División interna en la Knesset y tensiones con actores regionales que complican el futuro del territorio.

El 23 de octubre de 2025, Israel se vio obligado a frenar abruptamente la iniciativa legislativa para anexar parcial o totalmente Cisjordania, un proyecto que había generado una tormenta política tanto dentro como fuera de sus fronteras. El primer ministro Benjamin Netanyahu ordenó detener el avance de los proyectos de ley tras la fuerte reacción del vicepresidente estadounidense JD Vance y del secretario de Estado Marco Rubio, quienes calificaron la medida como una amenaza directa a la estabilidad regional y a la paz en Medio Oriente.

La disputa en el Parlamento israelí: una fractura inesperada

La controversia no solo se dio en el plano internacional. En la Knesset, la cámara legislativa israelí, el proyecto fue impulsado principalmente por miembros de la oposición de extrema derecha, como Avi Maoz, mientras que la coalición oficial, encabezada por el partido Likud, se mostró reticente o directamente opuesta a la medida. Solo un diputado del Likud, Yuli Edelstein, votó a favor, en un contexto de tensiones internas y destituciones recientes. El Ejecutivo calificó la votación como una maniobra política de la oposición para generar discordia durante la visita de Vance a Israel.

“Ha llegado el momento de ejercer la soberanía”, proclamó Maoz en un momento de alta tensión, mientras que Netanyahu intentaba contener la escalada para no poner en riesgo el precario alto el fuego vigente en Gaza.

Washington y la diplomacia en juego

La administración estadounidense, bajo la presidencia de Donald Trump, había expresado con claridad que no apoyaría la anexión de Cisjordania y advirtió que Israel podría perder respaldo si persistía en esa vía. Vance calificó la votación como "una maniobra política muy estúpida" y reiteró que la política de Estados Unidos es que Cisjordania no será anexada. Rubio, por su parte, enfatizó que la anexión y el aumento de la violencia de colonos representan una “amenaza a la paz”.

Este cambio de postura se explica en parte por el contexto regional: varios países árabes e islámicos, con quienes Washington busca estrechar lazos para estabilizar Gaza y la región, han expresado su oposición frontal a la expansión israelí en territorios ocupados.

El telón de fondo: asentamientos y la erosión del Estado palestino

Desde la guerra de 1967, Israel ha mantenido el control de Cisjordania, pero la administración de extrema derecha actual ha acelerado la construcción de asentamientos, especialmente tras el ataque de Hamas en octubre de 2023. En 2025, se autorizó la construcción de 3.400 viviendas en la zona E1, un área clave que separaría Jerusalén Oriental de Cisjordania, debilitando aún más la posibilidad de un Estado palestino viable.

El ministro de Finanzas Bezalel Smotrich, residente en un asentamiento considerado ilegal por el derecho internacional, afirmó que la idea misma de un Estado palestino estaba siendo “borrada”, una declaración que agudizó las tensiones diplomáticas.

Voces encontradas y consecuencias visibles

Mientras sectores ultraderechistas celebran la iniciativa como un acto de soberanía histórica, la comunidad internacional y parte de la coalición israelí la ven como un riesgo para la paz y la estabilidad. La suspensión del proyecto, lejos de zanjar el conflicto, ha dejado al descubierto las profundas fracturas políticas internas y la compleja red de intereses internacionales que condicionan el futuro de Cisjordania.

En definitiva, la crisis muestra que el camino hacia una solución duradera en Medio Oriente sigue siendo esquivo. La anexión de Cisjordania, más que un simple acto legislativo, es un símbolo de las tensiones irreconciliables entre soberanía, derechos humanos y diplomacia estratégica. El episodio confirma que las decisiones en Jerusalén tienen repercusiones que trascienden las fronteras y que la estabilidad regional dependerá tanto de la voluntad política como de la capacidad para gestionar las disonancias en un tablero geopolítico cada vez más volátil.