
En la recta final hacia la elección presidencial del 19 de noviembre, el escenario político chileno ha tomado un cariz de confrontación y estrategia que merece una mirada pausada y profunda.
El cierre de campaña de Jeannette Jara en Maipú, congregando a más de 20 mil personas el 11 de noviembre, marcó un hito en la contienda. Pero más allá de la movilización popular, lo que ha capturado la atención es la dinámica interna que se ha desplegado en el bloque de derecha, y el calculado distanciamiento que Jara ha decidido mantener respecto al actual gobierno.
La semana pasada, el debate Anatel exhibió una lucha interna que ha sido llamada por analistas como una "primaria no oficial" dentro del sector de derecha. José Antonio Kast, Evelyn Matthei y Johannes Kaiser compiten no solo por votos, sino por consolidar una narrativa que les permita avanzar a una eventual segunda vuelta.
El cientista político Aldo Cassinelli describió a Kast como un candidato "cuidando su posición", manteniéndose en un lugar seguro, mientras Matthei intenta recuperar terreno tras meses de caída en las encuestas. Kaiser, en tanto, juega la carta de la sorpresa, con propuestas que desafían el statu quo conservador y buscan captar nichos específicos, aunque con discursos que pueden parecer desconectados para el electorado más amplio.
"La proximidad de la segunda vuelta deja poco margen para ajustar discursos, lo que hace que cada movimiento sea crucial", señaló Cassinelli.
Esta competencia ha generado una tensión palpable, donde cada candidato se enfrenta a la necesidad de consolidar su base sin perder la posibilidad de ampliar su electorado.
Mientras la derecha se debate en su disputa interna, Jeannette Jara ha optado por una estrategia que combina firmeza y autonomía. Su decisión de distanciarse del Gobierno de Gabriel Boric, a pesar de ser su candidata oficialista, ha sido interpretada como un movimiento para captar votantes desencantados o independientes.
Expertos como Eolo Díaz-Tendero, director de la Fundación Horizonte Ciudadano, destacan que Jara ha mostrado una evolución de "menos a más" en los debates, logrando un tono propositivo y sólido en la última semana.
"Su postura no es un giro impostado, sino una expresión natural de su pensamiento político, que le ha permitido mostrar capacidad de gestión y soluciones concretas", afirmó Díaz-Tendero.
Este desmarque también ha generado un efecto polarizador, pues mientras algunos sectores valoran la independencia de Jara, otros la ven como un intento de distanciarse de las dificultades del actual Gobierno.
En medio de esta campaña cargada de tensiones, un episodio que ha levantado polémica es el uso político de imágenes de expresidentes históricos. La aparición de Patricio Aylwin en la franja electoral de Renovación Nacional generó críticas de Jara, quien calificó como "improcedente" el uso de figuras de otros sectores políticos con fines electorales.
Jara comparó esta práctica con la que hizo el Partido Republicano al utilizar la figura de Jaime Guzmán en su campaña.
"Las elecciones no son un todo vale. Hay que respetar ciertas formas y no apropiarse de figuras que pertenecen a otros sectores", sostuvo la candidata oficialista.
Por su parte, Evelyn Matthei defendió la inclusión de Aylwin, argumentando que el expresidente "quería sacar al país adelante" y que su legado puede ser valorado más allá de las divisiones políticas.
Esta controversia pone en evidencia la disputa no solo por votos, sino también por la memoria y la representación histórica, un terreno que, aunque menos visible, es fundamental en la construcción de narrativas políticas.
Tras analizar estos hechos, es posible concluir que la campaña presidencial chilena de 2025 se ha configurado como un escenario donde las tensiones internas y las estrategias de imagen juegan un papel crucial. La "primaria de las derechas" ha evidenciado una fragmentación que podría afectar la cohesión del bloque en la segunda vuelta.
Por otro lado, el desmarque de Jara del Gobierno parece responder a una lógica de búsqueda de legitimidad propia, pero también arriesga aislarla de su base política tradicional.
Finalmente, la polémica por el uso de figuras históricas revela un nivel de desgaste en las reglas del juego democrático, donde la ética y el respeto a la memoria corren peligro de ser subordinados a la lógica electoral.
Este escenario invita a los ciudadanos a mirar más allá de los titulares inmediatos y a reflexionar sobre las implicancias profundas que estas dinámicas políticas tienen para el futuro del país. La tragedia y el drama de esta campaña no solo se juegan en la plaza pública, sino en la forma en que se construye y se disputa la confianza y la representación política en Chile.
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Fuentes consultadas incluyen análisis de Aldo Cassinelli y Eolo Díaz-Tendero, reportajes de Cooperativa.cl y seguimiento de los eventos en Maipú y debates televisados.
2025-11-11