
La franja electoral televisiva 2025 ha concluido dejando un rastro de debates que van más allá de los discursos políticos. Desde su inicio el 17 de octubre hasta el cierre el 13 de noviembre, la franja se mantuvo como un espacio obligatorio y gratuito para que candidatos presidenciales y parlamentarios expusieran sus propuestas. Sin embargo, esta edición marcó un punto de inflexión por la incorporación masiva de tecnologías digitales, especialmente la inteligencia artificial (IA), y la tensión entre tradición y modernidad en la comunicación política.
Según datos del Consejo Nacional de Televisión (CNTV) y Kantar Ibope, la franja alcanzó picos de hasta 36 puntos de rating en horario prime, con más de 2 millones de espectadores en su día de mayor sintonía. Este dato confirma que, pese a la multiplicidad de pantallas y plataformas digitales, la televisión abierta sigue siendo un medio crucial para alcanzar a sectores vulnerables y adultos mayores, quienes valoran la franja como fuente de información política.
No obstante, la recepción crítica fue casi unánime en cuanto a la calidad y profundidad de los contenidos. Diversos analistas y académicos cuestionaron que la franja se haya convertido en una suerte de función de trasnoche, con mensajes repetitivos, apelaciones emocionales superficiales y un evidente déficit en rigor informativo. Cristóbal Osorio, profesor de Derecho Constitucional de la Universidad de Chile, señaló: "La franja electoral actual parece rodada como el gollete de una botella, sin aportar nada que cambie el curso de la elección".
El uso de IA en la propaganda fue el elemento más disruptivo y polémico. La franja de Marco Enríquez-Ominami (MEO) incluyó recreaciones digitales que mostraban a rivales políticos vestidos con uniformes militares y escenas ficticias del bombardeo a La Moneda en 1973. Este uso generó una fuerte controversia, tanto por el contenido como por la ausencia inicial de advertencias explícitas sobre la naturaleza artificial de las imágenes.
El presidente del CNTV, Mauricio Muñoz, planteó la necesidad de normar la transparencia en el uso de IA, proponiendo que las candidaturas deban informar cuando emplean este recurso, para evitar confusión o engaño al electorado. "No se trata de censura, sino de responsabilidad y claridad", afirmó Muñoz.
Por su parte, MEO defendió su franja asegurando que 'cada imagen y mensaje tenía respaldo en la realidad' y que no se manipuló el miedo, a diferencia de otros candidatos que, según él, usaron el dolor para obtener votos. Este choque de percepciones refleja la complejidad de la comunicación política en la era digital y la dificultad de establecer límites claros en la propaganda electoral.
Los mensajes de los candidatos reflejaron las profundas divisiones del país. Desde la derecha radical de José Antonio Kast, que centró su discurso en migración y seguridad, hasta la izquierda representada por Jeannette Jara y Eduardo Artés, con llamados a la responsabilidad social y evocaciones al estallido social.
Además, la franja electoral obligó a interrumpir la transmisión en vivo de la final del Mundial Sub 20 en televisión abierta, una decisión que generó malestar en la opinión pública y puso en evidencia las tensiones entre la ley electoral y las expectativas ciudadanas sobre eventos culturales y deportivos.
- Desde la izquierda, se criticó la falta de concreción en propuestas y se defendió el uso de nuevas tecnologías para innovar en la comunicación política.
- La derecha tradicional y radical apeló a la seguridad, el orden y la crítica a los procesos constitucionales recientes, buscando conectar con un electorado preocupado por la estabilidad.
- Expertos y académicos coincidieron en la necesidad de repensar la franja para que cumpla su función informativa y no solo emotiva o propagandística.
- Ciudadanos y sectores vulnerables valoraron la existencia de un espacio gratuito y de alcance nacional, aunque con una crítica constante a la calidad del contenido.
La franja electoral 2025 evidenció que, pese a los avances tecnológicos y la diversidad de canales de comunicación, la televisión abierta sigue siendo un espacio central para la política chilena. Sin embargo, la integración de inteligencia artificial en la propaganda plantea desafíos éticos y regulatorios aún no resueltos.
La polémica generada por el uso de IA y la interrupción de eventos deportivos emblemáticos revelan las tensiones entre la normativa electoral y las expectativas sociales, que podrían motivar reformas en el futuro.
Finalmente, la franja se muestra como un espejo de la fragmentación política y social del país, donde cada candidato busca no solo informar, sino también marcar territorio en un escenario polarizado y saturado de mensajes.
La pregunta que queda en el aire es si la franja electoral podrá transformarse en un espacio que realmente contribuya a un voto informado, o si seguirá siendo un ritual televisivo que entretiene, pero poco esclarece.