
China ha dado un salto audaz en la intersección entre tecnología y energía renovable con la inauguración de su primer centro de datos submarino alimentado íntegramente por energía eólica, ubicado en la zona especial de Lin-gang, Shanghai.
El proyecto, con una inversión inicial de 1.600 millones de yuanes (unos 226 millones de dólares), inauguró su primera fase con una capacidad de 24 megavatios. Este centro de datos no solo representa un avance tecnológico, sino que también aborda uno de los grandes retos de la industria: el alto consumo energético destinado a la refrigeración.
Tradicionalmente, la refrigeración en centros de datos puede representar entre el 40% y 50% del consumo total. En este caso, la infraestructura está sumergida en el mar, utilizando el agua de mar como sistema natural de refrigeración, lo que reduce la energía destinada a esta función a menos del 10%. Según Su Yang, director general de Shanghai Hicloud Technology, una de las empresas contratistas, esta innovación mejora considerablemente la eficiencia energética, con un PUE (Power Usage Effectiveness) estimado en 1.15, un nivel avanzado en la industria.
Desde el punto de vista ambiental y tecnológico, la iniciativa es un ejemplo notable de integración entre la economía digital, la energía eólica marina y el uso sostenible del océano. Huang Dinan, presidente de Shenergy Group, destaca que "el Mar de China Oriental ofrece recursos eólicos marinos únicos, con más de 3.000 horas de utilización anual". Este recurso permite una sincronización eficiente entre la generación de energía y la demanda del centro de datos.
Sin embargo, el camino hacia la expansión no está exento de dificultades. Wang Shifeng, presidente de Third Harbor Engineering, advierte que "la construcción de centros de datos submarinos aún está en etapa inicial y requiere avances en madurez tecnológica y reducción de costos para escalar a grandes dimensiones". La ambición es aumentar la capacidad hasta 500 MW, un salto que implicará superar barreras técnicas, logísticas y financieras.
Mientras en Shanghai se celebra este hito, expertos y activistas ambientales plantean preguntas sobre la replicabilidad y el impacto a largo plazo. Algunos sectores académicos llaman a evaluar cuidadosamente los posibles efectos en los ecosistemas marinos y a garantizar la transparencia en el manejo de residuos tecnológicos submarinos.
Por otro lado, la comunidad tecnológica y empresarial ve en este modelo una oportunidad para descarbonizar la infraestructura digital, especialmente en zonas costeras densamente pobladas donde el espacio y el agua dulce son limitados.
Este centro de datos submarino representa un avance tangible hacia la sostenibilidad en la era digital. La combinación de energía eólica marina y refrigeración natural abre un camino para reducir la huella ambiental de la creciente demanda de procesamiento y almacenamiento de datos.
No obstante, la transición de proyectos pilotos a aplicaciones a gran escala aún está pendiente de consolidación tecnológica y económica. La experiencia china, con su fuerte inversión estatal y capacidad industrial, podría marcar un estándar global, pero también plantea interrogantes sobre la equidad y el impacto ambiental en otras regiones.
En definitiva, este desarrollo es una invitación a observar con detenimiento cómo la innovación tecnológica puede dialogar con la sostenibilidad, sin perder de vista los riesgos y desafíos que implica su implementación masiva.
2025-11-11