
José Antonio Kast cerró su campaña presidencial para la Región Metropolitana el pasado 11 de noviembre en el Movistar Arena, en un evento que reunió a un aforo completo y que no dejó indiferente a nadie. La puesta en escena, con múltiples pantallas y un montaje que evocó el estilo de los mítines de Donald Trump en Estados Unidos, buscó proyectar una imagen de fuerza y espectáculo, en un momento en que la política chilena se encuentra fracturada y polarizada.
El discurso de Kast, que duró aproximadamente 40 minutos, no se apartó de la línea que ha marcado su campaña: la seguridad como eje central, la crítica constante al Gobierno y a la candidata oficialista Jeannette Jara, y un llamado explícito a la movilización de sus bases. En sus palabras, el desempleo femenino, el alza en las cuentas de luz y la gestión del ministro Manuel Monsalve fueron atribuidos repetidamente al oficialismo bajo el lema 'es Jara'. Esta fórmula, que juega con el eslogan de la candidata opositora, refleja una estrategia discursiva que busca simplificar y personalizar los problemas del país en figuras políticas específicas.
Desde la perspectiva de su comando, representada por la secretaria general del Partido Republicano, Ruth Hurtado, este cierre fue un "acto de esperanza y energía" para consolidar una segunda vuelta y, eventualmente, un gobierno que enfrente el crimen organizado, el narcotráfico y el terrorismo en el sur. "Queremos terminar esta campaña con mucha esperanza, que el 16 de noviembre pasemos a la segunda vuelta y que en diciembre podamos ganar al comunismo", afirmó Hurtado, enfatizando la retórica anticomunista que ha caracterizado a Kast.
En paralelo, la candidata oficialista Jeannette Jara realizó su cierre en la Plaza de Maipú, congregando a más de 20 mil personas, en un acto que apostó por la cercanía y la conexión directa con la ciudadanía, en contraste con el espectáculo montado en el Movistar Arena. Este contraste no solo es geográfico sino simbólico: dos estilos, dos públicos y dos visiones para Chile.
El análisis político posterior ha destacado que la puesta en escena de Kast busca energizar a un electorado que se siente amenazado por la inseguridad y la crisis social, pero también corre el riesgo de profundizar la polarización y la fragmentación social. Algunos expertos advierten que esta estrategia puede consolidar un ambiente de confrontación más que de diálogo, justo cuando el país enfrenta desafíos complejos en materia económica y social.
Por otro lado, sectores críticos al candidato republicano señalan que su discurso, cargado de simplificaciones y ataques personales, no ofrece soluciones concretas y puede alimentar discursos de odio y exclusión.
A una semana de la elección, el cierre de campaña de Kast se inscribe en un contexto donde la política chilena se debate entre la búsqueda de orden y seguridad y la necesidad de avanzar en reformas profundas que respondan a las demandas sociales. La elección del 16 de noviembre no solo definirá un nuevo presidente, sino que marcará el rumbo de un país que aún lucha por reconciliar sus diferencias y encontrar un camino común.
Verdades y consecuencias: El espectáculo de Kast confirma la estrategia de polarización como recurso electoral, que puede movilizar pero también dividir. La respuesta ciudadana en las urnas mostrará si esta apuesta encuentra eco mayoritario o si el electorado opta por propuestas más moderadas o inclusivas. La política chilena, en este momento, está en un cruce decisivo entre espectáculo y sustancia, entre confrontación y diálogo, y las consecuencias de esta elección se sentirán más allá del 2025.
2025-11-11