Trump y el movimiento No Kings: La burla que encendió un debate sobre autoritarismo y democracia

Trump y el movimiento No Kings: La burla que encendió un debate sobre autoritarismo y democracia
Internacional
Estados Unidos
2025-11-13
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Trump desafía protestas masivas con ironía visual, las calles de EE.UU. se llenan de voces contra la concentración de poder, el gesto presidencial polariza opiniones y abre un debate sobre límites democráticos.

El 19 de octubre de 2025, millones de personas tomaron las calles de Estados Unidos bajo la bandera del movimiento "No Kings", expresando un rechazo contundente a lo que consideran una deriva autoritaria en la administración de Donald Trump. Las manifestaciones se extendieron a más de 2.700 concentraciones en todo el país y alcanzaron ciudades internacionales como Londres, París y Madrid.

En respuesta, el presidente Trump optó por un gesto que no tardó en viralizarse: un video realizado con inteligencia artificial en el que se le ve portando una corona, mientras figuras políticas como Nancy Pelosi y Chuck Schumer se arrodillan ante él. Este acto irónico fue la única reacción oficial del mandatario a las masivas protestas.

Desde una perspectiva política, la reacción de Trump refuerza la percepción de una administración que juega con símbolos de poder absoluto para desestimar críticas. Sus seguidores lo ven como una muestra de fortaleza y humor frente a lo que califican de ataques injustificados. En contraste, opositores y analistas advierten que la burla presidencial profundiza la polarización y dificulta el diálogo democrático.

Regionalmente, ciudades como Los Ángeles, Nueva York y Washington D.C. fueron epicentros pacíficos de las manifestaciones. La alcaldesa de Los Ángeles, Karen Bass, destacó que "decenas de miles de personas se manifestaron pacíficamente", evidenciando un amplio apoyo ciudadano a la causa prodemocrática. Sin embargo, sectores conservadores en estados clave interpretaron las protestas como intentos de desestabilización política.

En el plano social, el movimiento "No Kings" ha logrado conectar con una ciudadanía preocupada por la concentración de poder en el Ejecutivo, la militarización de espacios urbanos y políticas migratorias agresivas. La elección del color amarillo en las protestas remite simbólicamente a las revueltas prodemocráticas de Hong Kong en 2019, mostrando una intención clara de internacionalizar el discurso sobre libertades y derechos.

"Dicen que se refieren a mí como rey. No soy un rey", afirmó Trump en una entrevista previa, aunque su posterior video contradijo esta negación y alimentó la polémica.

La ironía presidencial, lejos de desactivar el conflicto, ha servido para cristalizar una disonancia cognitiva profunda en la sociedad estadounidense: entre quienes defienden la fortaleza presidencial como necesaria para la estabilidad y quienes alertan sobre el riesgo de autoritarismo disfrazado de espectáculo.

A más de tres semanas de las protestas, las consecuencias políticas aún se están midiendo. El Congreso debate reformas para limitar poderes presidenciales, mientras la opinión pública se mantiene dividida y vigilante. La escena ha puesto en evidencia la fragilidad de los equilibrios democráticos en un país acostumbrado a la polarización.

En conclusión, el episodio de Trump y el movimiento "No Kings" no solo revela un choque entre poder y ciudadanía, sino también una batalla simbólica sobre la naturaleza misma de la democracia estadounidense. La burla con corona y espada es, en última instancia, un espejo de las tensiones que atraviesan a la sociedad y sus instituciones, donde la ironía se convierte en un arma de doble filo que invita a la reflexión crítica sobre los límites del liderazgo y la participación popular.