
Un pulso inesperado y tenso ha sacudido a la derecha política chilena en las últimas semanas. La publicación de la columna "Parásitos" por Cristián Valenzuela, asesor clave de José Antonio Kast, el pasado 8 de octubre, encendió una mecha que aún no se apaga. En ella, Valenzuela denunció un Estado "podrido" y plagado de "parásitos" que se aprovechan del aparato público, una crítica que no solo sacudió al oficialismo, sino que también fracturó a las propias fuerzas de derecha, generando un choque de discursos y estrategias que revelan profundas diferencias internas.
Las palabras de Valenzuela no pasaron inadvertidas: el Presidente Gabriel Boric calificó la columna como una "sinvergüenzura tremenda" y destacó la labor de los funcionarios públicos. Pero la crítica más dura vino desde sectores tradicionales de la derecha, donde líderes de Chile Vamos, como el presidente de RN Rodrigo Galilea y el senador UDI Juan Antonio Coloma, reprocharon el lenguaje "insólito" y los ataques que, según ellos, erosionan la unidad opositora.
En contraste, dentro del Partido Republicano, la polémica fue vista como un reflejo legítimo de la indignación con los operadores políticos que, según sus palabras, han enquistado el Estado. Arturo Squella, presidente del partido, defendió la columna como un llamado a la limpieza del aparato público, un eje central en la campaña de Kast.
La tensión escaló cuando Ruth Hurtado, secretaria general del Partido Republicano, afirmó públicamente que "Si Jaime Guzmán estuviera vivo, votaría por José Antonio Kast, no por Evelyn Matthei". Esta declaración no solo reavivó viejas heridas, sino que puso en entredicho la tregua que Matthei y Kast habían intentado forjar en el Encuentro Nacional de la Empresa (Enade).
Desde la UDI, la respuesta fue inmediata y contundente: calificaron las palabras de Hurtado como una falta de respeto y solicitaron disculpas públicas, señalando que Guzmán, fundador de la UDI, jamás habría abandonado su partido para apoyar a otra colectividad.
Este episodio evidenció la fragilidad de la unidad en la derecha, justo cuando las encuestas anticipan una segunda vuelta entre Kast y la candidata del Frente Amplio, Jeannette Jara.
En regiones, donde la derecha mantiene una base importante, las reacciones han sido diversas. Algunos dirigentes locales ven con preocupación que estas disputas internas puedan debilitar la opción electoral de la derecha, mientras que militantes y simpatizantes expresan tanto apoyo a Kast como críticas a la falta de cohesión.
Ciudadanos consultados en Santiago y regiones coinciden en que la disputa pública entre los equipos de Kast y Matthei distrae de los temas de fondo que afectan al país, como la seguridad, la economía y la descentralización.
Este conflicto interno ha puesto en evidencia tres verdades difíciles de soslayar:
En definitiva, la derecha enfrenta un desafío que va más allá de las encuestas: cómo construir una narrativa común que permita superar las disputas internas sin sacrificar su identidad política. Mientras tanto, el resto del país observa, expectante, cómo se desarrolla esta tragedia política que podría redefinir el rumbo electoral y la estabilidad futura del bloque opositor.