Bolivia consolida su transición política: la aceptación de la derrota de Tuto Quiroga y el futuro de Rodrigo Paz

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Internacional
América Latina
2025-11-13
Fuentes
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- Reconocimiento tardío pero decisivo de la derrota por parte de Jorge Tuto Quiroga.

- Demandas de auditoría electoral y la tensión social que generaron protestas y acusaciones de fraude.

- Desafíos políticos y sociales que enfrenta el próximo gobierno de Rodrigo Paz para consolidar la gobernabilidad y estabilidad en Bolivia.

El 20 de octubre de 2025 quedará marcado como el día en que Bolivia cerró un capítulo de incertidumbre electoral que había tensado la democracia del país andino. Tres días después de la segunda vuelta presidencial, Jorge Tuto Quiroga, excandidato de derecha y expresidente, reconoció finalmente su derrota ante Rodrigo Paz, líder centrista del Partido Demócrata Cristiano (PDC), quien obtuvo una victoria con más del 54% de los votos.

Este reconocimiento no fue un acto inmediato ni sencillo. En una primera instancia, la campaña de Quiroga se aferró a cuestionamientos sobre la transparencia del proceso electoral, solicitando una auditoría exhaustiva de las más de 34.000 actas electorales. La petición, formulada a través de una carta al Tribunal Electoral boliviano, se sustentó en denuncias de una supuesta "inversión" de votos entre Libre (partido de Quiroga) y el PDC en algunas mesas, lo que generó protestas en varias ciudades bolivianas.

Estas manifestaciones, que en algunos casos derivaron en actos de violencia y racismo, evidenciaron la profunda polarización social que aún persiste. Sin embargo, las misiones internacionales, entre ellas la Unión Europea y la Organización de Estados Americanos (OEA), desmintieron cualquier irregularidad significativa, destacando la transparencia y continuidad del sistema de conteo de votos. "Lanzar acusaciones sin pruebas es dañar la democracia y la institucionalidad", afirmó Gustavo Ávila, vocal del Tribunal Electoral.

Desde el punto de vista político, la aceptación de la derrota por parte de Quiroga significó un gesto de madurez democrática. "Más allá de los problemas que toda elección tiene, Rodrigo Paz es el presidente electo y gobernará estos cinco años", declaró el expresidente, invitando a sus seguidores a respetar el resultado y a buscar la gobernabilidad.

No obstante, Quiroga no dejó de señalar tensiones latentes, especialmente en relación con el expresidente Evo Morales, cuya influencia sigue siendo un factor divisorio en la política boliviana. Morales promovió el voto nulo en la segunda vuelta, argumentando que era una forma de proteger las transformaciones sociales logradas en las últimas dos décadas. Quiroga calificó esta postura como un "chantaje" y advirtió que el nuevo gobierno no debería ceder a presiones que podrían debilitar la democracia.

Para Rodrigo Paz, la responsabilidad que asume es enorme. Su victoria representa no solo un cambio de mando sino también la oportunidad de superar una crisis económica y social que ha desgastado a Bolivia. "Si sumamos la bancada del PDC y la de Libre, no solo tenemos mayoría, sino dos tercios para hacer políticas de Estado", señaló Quiroga, sugiriendo un posible escenario de colaboración legislativa que podría facilitar reformas estructurales.

La comunidad internacional ha reconocido y felicitado a Paz, mientras que el gobierno saliente ha facilitado una transición ordenada, estableciendo bases para la entrega del mando presidencial el 8 de noviembre.

Conclusiones y consecuencias:

Este episodio boliviano revela la fragilidad y al mismo tiempo la resiliencia de las democracias latinoamericanas. La demora en aceptar resultados electorales y la proliferación de acusaciones sin pruebas reflejan la desconfianza ciudadana y la polarización política. Sin embargo, el reconocimiento final de la derrota y la disposición a colaborar para garantizar gobernabilidad son señales alentadoras para la estabilidad institucional.

El desafío para Rodrigo Paz será traducir esta oportunidad en políticas efectivas que aborden la crisis económica y social, al tiempo que gestione las tensiones internas, especialmente con actores como Evo Morales y sus seguidores. La transición boliviana, con sus luces y sombras, ofrece una lección sobre la importancia del respeto a las reglas del juego democrático y la necesidad de diálogo para superar las divisiones profundas.

La historia electoral de Bolivia en 2025 no termina con el conteo de votos, sino que continúa en la arena política donde se decidirá si la democracia puede consolidarse más allá de la retórica y las disputas partidarias.