
Un escenario político convulsionado se desplegó en octubre pasado cuando el abanderado presidencial independiente Marco Enríquez-Ominami (ME-O) lanzó un spot en la franja electoral que utilizaba inteligencia artificial para mostrar a sus rivales vestidos de militares, junto a imágenes del bombardeo a La Moneda del 11 de septiembre de 1973. Este recurso audiovisual generó una ola de críticas y cuestionamientos éticos que aún reverberan en el debate público.
Desde el oficialismo, la candidata Jeannette Jara, militante de la Democracia Cristiana, fue una de las voces más críticas. "Construir verdades que no son tales no es bueno", afirmó, condenando el uso de IA para fabricar narrativas que, a su juicio, distorsionaban la historia y la realidad política. Jara, en un recorrido por Rancagua, reconoció no haber visto el spot completo, pero advirtió sobre los riesgos de esta tecnología en la política.
Por su parte, ME-O defendió con vehemencia su pieza audiovisual. En la inauguración de su comando en Barrio Bellavista, se autodenominó 'el único total responsable y arquitecto' del spot y se proclamó 'líder de la franja'. Rebatió las críticas señalando que otros candidatos también han utilizado métodos similares para caricaturizar la historia, citando el caso de Evelyn Matthei y José Antonio Kast, quienes, según él, no han condenado la dictadura militar.
Este enfrentamiento abrió un debate más amplio sobre el papel de la inteligencia artificial en la comunicación política. Para algunos analistas, la innovación tecnológica puede ser un recurso legítimo para captar la atención en un escenario saturado de mensajes, pero también representa un desafío para la veracidad y la ética en las campañas electorales.
Desde una perspectiva regional, la polémica tuvo eco en distintas zonas del país, donde sectores sociales manifestaron su preocupación por la manipulación de imágenes históricas sensibles y el riesgo de polarización exacerbada. Organizaciones de derechos humanos destacaron la importancia de preservar la memoria histórica sin distorsiones, mientras que expertos en comunicación política alertaron sobre la necesidad de regulaciones claras para el uso de IA en propaganda electoral.
La polémica no quedó en la esfera mediática: hubo llamados a revisar la legislación electoral y a establecer límites para el uso de tecnologías que puedan generar desinformación. Sin embargo, hasta la fecha, las propuestas concretas para normar estas prácticas siguen en discusión, evidenciando la complejidad del tema.
En definitiva, el episodio del spot con inteligencia artificial marca un hito en la política chilena contemporánea. Revela una tensión entre la búsqueda de innovación y el respeto por la verdad histórica y la ética pública. Los protagonistas —ME-O y Jara— representan dos posturas en pugna: la audacia tecnológica frente a la cautela ética.
La verdad que emerge, tras semanas de análisis y reacciones, es que la política chilena se enfrenta a un nuevo desafío comunicacional que no solo pone a prueba la creatividad de sus actores, sino también la capacidad de la sociedad para discernir entre la información y la manipulación. Este debate invita a reflexionar sobre cómo queremos que sea la democracia en la era digital y qué límites estamos dispuestos a imponer a las herramientas que la transforman.
2025-11-11
2025-11-05