Deflación en América Latina: Entre la oportunidad pasajera y el riesgo estructural

Deflación en América Latina: Entre la oportunidad pasajera y el riesgo estructural
Economía
Macroeconomía
2025-11-13
Fuentes
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- Deflación inusual en Costa Rica y Panamá tras años de inflación persistente.

- Contrastes en percepciones: alivio momentáneo para consumidores, pero señales de alerta para economistas.

- Dilema regional: ¿es esta caída de precios un síntoma de ajuste o el preludio de una crisis más profunda?

América Latina enfrenta un fenómeno poco común: la deflación en países como Costa Rica y Panamá, que contrasta con la historia de inflación elevada y volátil que ha marcado la región durante décadas.

A octubre de 2025, Costa Rica acumulaba cinco meses consecutivos de caída en el Índice de Precios al Consumidor (IPC), mientras Panamá completaba un año con cifras negativas en este indicador. Este escenario ha generado interpretaciones encontradas entre economistas, políticos y ciudadanos.

Un fenómeno con múltiples caras

Desde el punto de vista económico, la deflación suele levantar alarmas por su potencial para desacelerar la actividad productiva. Sin embargo, expertos como Odalis Marte, secretario ejecutivo del Consejo Monetario Centroamericano, advierten que en estos casos la caída de precios está vinculada a factores externos como la reducción global en los costos de combustibles y alimentos, y a decisiones internas como la apreciación de monedas locales y subsidios específicos.“La deflación que vemos no es un síntoma preocupante, sino más bien una estabilización tras un período de precios excepcionalmente altos pospandemia”, explica Marte.

En contraste, voces críticas señalan que la sensación ciudadana no coincide con las estadísticas oficiales. “Aunque el IPC sea negativo, la vida sigue siendo cara para muchas familias que no han visto mejoras salariales ni laborales”, comenta un economista independiente consultado para este análisis.

Políticas y percepciones divergentes

En Costa Rica, la deflación ha sido recibida con escepticismo por sectores sociales que siguen enfrentando altos costos de vida, mientras que el gobierno enfatiza la importancia de la corrección de precios para la economía nacional. Panamá, por su parte, ha adoptado una política más cautelosa, equilibrando subsidios y ajustes, y El Salvador, aunque ya fuera de la deflación, mantiene un IPC cercano a cero, con un fuerte componente en subsidios a combustibles.

La oposición política en varios países ha aprovechado la discusión para cuestionar la gestión económica de los gobiernos, argumentando que la deflación puede ser un indicio de estancamiento o falta de dinamismo productivo. Desde la derecha, se insiste en la necesidad de incentivar la inversión y el consumo para evitar caer en un círculo vicioso de baja demanda y precios decrecientes. Desde la izquierda, se subraya la urgencia de políticas sociales que protejan el poder adquisitivo ante la precariedad laboral y la desigualdad.

Consecuencias y aprendizajes históricos

La experiencia japonesa de la “década perdida” sirve como advertencia sobre los riesgos de una deflación prolongada, donde la postergación del consumo y la inversión puede conducir a una crisis económica profunda y duradera.En Japón, la deflación crónica durante los años 90 estuvo acompañada de quiebras empresariales, altos niveles de deuda y estancamiento económico. En América Latina, sin embargo, la deflación actual se da en un contexto de crecimiento económico moderado, lo que genera un escenario menos alarmante pero que exige vigilancia.

Los bancos centrales de la región, con independencia reforzada tras reformas en las últimas décadas, mantienen una meta inflacionaria considerada saludable entre 2% y 4%, consciente de que tanto la inflación excesiva como la deflación prolongada son perjudiciales para la estabilidad económica.

Constataciones finales

La deflación en Costa Rica, Panamá y El Salvador representa un fenómeno inusual en la región, más vinculado a una corrección postinflacionaria que a una crisis estructural. Sin embargo, la distancia entre las estadísticas oficiales y la percepción ciudadana refleja un desafío mayor: la persistente dificultad para que las mejoras macroeconómicas se traduzcan en bienestar tangible para la mayoría.

La historia enseña que la deflación puede ser tanto una oportunidad para reajustar precios y fortalecer economías, como la antesala de un estancamiento peligroso. La clave estará en las políticas públicas y privadas que se implementen en los próximos meses para que esta caída de precios no se convierta en un lastre para el crecimiento y la equidad social.

En definitiva, América Latina navega entre la esperanza de una estabilización necesaria y el riesgo de un ciclo económico adverso, con actores políticos y sociales en un debate que aún está lejos de cerrarse.