La batalla de Pokrovsk: el último pulso en Donetsk que define el futuro de Ucrania

La batalla de Pokrovsk: el último pulso en Donetsk que define el futuro de Ucrania
Internacional
América Latina
2025-11-13
Fuentes
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- Asedio prolongado con fuerzas rusas que superan en ocho a uno a los defensores ucranianos.

- Batalla urbana y logística: combates cuerpo a cuerpo y crisis en el abastecimiento de tropas.

- Dimensión política y diplomática: un escenario donde se juega la credibilidad de Zelenski y la estrategia de Putin.

La ciudad de Pokrovsk, en el este de Ucrania, se ha convertido en el epicentro de una batalla que, más allá de su valor militar, simboliza la resistencia ucraniana y las ambiciones rusas en el Donbás. Desde el verano de 2024, esta localidad de 60.000 habitantes antes de la guerra ha estado sometida a un asedio creciente, con combates que recuerdan a las devastadoras batallas de Bajmut y Avdiivka.

El Ejército ruso, con un despliegue estimado en más de 10.000 soldados —una proporción de ocho a uno respecto a las fuerzas ucranianas—, ha logrado infiltrarse en la ciudad, estableciendo posiciones en puntos estratégicos como la estación de tren y el acceso oeste, donde colocaron simbólicamente su bandera antes de que fuera derribada por drones ucranianos. Los combates dentro de Pokrovsk son intensos y se desarrollan en un contexto de lucha urbana, con grupos enemigos dispersos y una resistencia activa de las tropas defensoras.

Desde Kiev, el presidente Volodímir Zelenski ha reconocido que la defensa de Pokrovsk es una prioridad, aunque la realidad sobre el terreno es sombría. Oficiales ucranianos, como Mikola Melnik, expresan un realismo crudo: 'De cualquier forma, vamos a perder esta ciudad. La única incógnita es cuántos enemigos van a morir allí y si lograremos salvar a los soldados ucranios.' La escasez de efectivos, el agotamiento de las unidades y la superioridad numérica rusa complican la situación, al tiempo que la logística para mantener a las tropas es un desafío crítico para ambos bandos.

En Moscú, el Ministerio de Defensa reporta avances y asegura que sus fuerzas están desmantelando posiciones ucranianas rodeadas, aunque sin confirmar un control total de la ciudad. “Las tácticas de asalto rusas están provocando un elevado número de bajas”, reconocen analistas del Instituto de Estudios de la Guerra (ISW), reflejando la brutalidad de la confrontación.

Este enfrentamiento no es solo militar. La batalla de Pokrovsk tiene un peso simbólico y político considerable. Para Ucrania, cada metro perdido supone una herida en el orgullo nacional y un retroceso en la defensa del Donbás, región clave para la integridad territorial y la aspiración europea y atlántica del país. Para Rusia, la toma de Pokrovsk abriría la puerta para controlar aproximadamente el 30% restante de Donetsk que aún resiste bajo bandera ucraniana, consolidando un avance estratégico largamente perseguido desde 2014.

A la vez, la batalla influye en la arena diplomática. Mientras el presidente estadounidense Donald Trump impulsa una agenda de paz que incluye un encuentro con Putin en Budapest, Moscú rechaza cualquier tregua que no implique la capitulación total de Kiev. La ofensiva en Pokrovsk, por tanto, es también una demostración de fuerza ante aliados y adversarios, una apuesta por imponer hechos consumados antes de eventuales negociaciones.

La situación humanitaria en Pokrovsk es crítica: apenas quedan un millar de habitantes, atrapados en medio del fuego cruzado, sin posibilidad de evacuación segura debido a la intensidad de los combates. Testimonios de brigadas ucranianas relatan la dificultad para recuperar cuerpos y evacuar heridos, mientras la ciudad se asemeja cada vez más a un campo de ruinas.

El futuro de Pokrovsk es incierto, y con él, el rumbo de la guerra en el este de Ucrania. La batalla ofrece una ventana para comprender la complejidad del conflicto: la resistencia tenaz frente a la superioridad numérica, la guerra urbana despiadada, la crisis logística y la intersección de intereses políticos y diplomáticos que trascienden el terreno.

En conclusión, Pokrovsk es hoy el coliseo donde se desafían los destinos de Rusia y Ucrania. La verdad que emerge tras semanas de combates es que, aunque la ciudad pueda caer, la guerra no terminará con ella. La resistencia ucraniana, aunque mermada, persiste, y la estrategia rusa enfrenta límites prácticos y simbólicos. La batalla revela que la guerra en Donbás no es solo un choque de ejércitos, sino una pugna por la legitimidad, la identidad y el futuro de una región y, en última instancia, de Europa.

Fuentes: EL PAÍS, Instituto de Estudios de la Guerra (ISW), Hromadske, Ukrainska Pravda.