Gaza tras la guerra: una frontera emergente y el monumental desafío de la reconstrucción

Gaza tras la guerra: una frontera emergente y el monumental desafío de la reconstrucción
Internacional
América Latina
2025-11-13
Fuentes
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- Una nueva frontera de facto se consolida en Gaza bajo control israelí.

- La devastación estructural supera el 80%, con un costo estimado en US$70.000 millones.

- Multiplicidad de voces y tensiones entre seguridad, política y derechos humanos en el terreno.

El 10 de octubre de 2025, el alto el fuego entre Israel y Hamás abrió un respiro en una Franja de Gaza devastada y fragmentada. A más de un mes y medio de ese acuerdo, el escenario que emerge no es solo el de una tregua sino el de una transformación profunda y compleja del territorio y sus habitantes.La llamada “Línea Amarilla”, que divide el 58% del territorio bajo control israelí del 42% restante, está consolidándose como una frontera de facto. En la práctica, este límite marca una nueva realidad geopolítica y social, con consecuencias que ya se sienten y que probablemente perdurarán años.

Desde el lado israelí, el repliegue militar ha dejado un paisaje lunar de escombros, en barrios como Sheyaia, donde las ruinas son vigiladas por soldados que mantienen una posición estratégica. Más de un millón de palestinos fueron desplazados forzosamente hacia el sur y el oeste, y la mayoría de la población permanece en el 42% controlado por Hamás. El ejército israelí justifica la línea como una medida de seguridad, con declaraciones que revelan una política de mano dura incluso hacia civiles sospechosos, lo que ha generado fuertes críticas y denuncias de violaciones a los derechos humanos.

En el debate político israelí, voces como la del ultraderechista ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben Gvir, han cuestionado los límites del uso de la fuerza, evidenciando las tensiones internas sobre cómo manejar la frontera y la población palestina.

Por otro lado, desde la perspectiva palestina y de diversos observadores internacionales, esta frontera emergente es un paso más hacia la fragmentación y reducción de Gaza, con implicancias humanitarias y de soberanía profundas. El corresponsal militar Yoav Zitun advierte que esta línea podría transformarse en una barrera permanente que permita la expansión de asentamientos israelíes en el Néguev occidental.

Más allá de la geopolítica, la realidad en Gaza es la de una devastación sin precedentes. La ONU y expertos estiman que el 84% de la infraestructura ha sido destruida, con zonas como la Ciudad de Gaza alcanzando hasta un 92% de daños. La magnitud del reto para la reconstrucción es monumental: cerca de 60 millones de toneladas de escombros, viviendas, plantas de tratamiento de agua y electricidad destruidas, y un sistema agrícola colapsado.

El proceso de limpieza y reconstrucción es lento y peligroso. Bombas sin detonar, restos humanos y la destrucción de infraestructuras críticas como plantas de aguas residuales y generadoras de energía complican la recuperación. Expertos señalan que la reconstrucción podría tomar décadas si no se realiza una planificación adecuada y se garantiza el ingreso de materiales y apoyo internacional.

En el plano social, la población enfrenta una crisis humanitaria profunda: la escasez de agua potable, el riesgo de brotes de enfermedades como cólera, la destrucción de escuelas y universidades, y la inseguridad alimentaria derivada del colapso agrícola.

Las voces que emergen desde dentro y fuera de Gaza son diversas y contradictorias. Mientras algunos sectores israelíes insisten en la necesidad de una postura firme para garantizar la seguridad nacional, organizaciones internacionales y activistas denuncian las consecuencias devastadoras para la población civil y llaman a un enfoque que priorice la reconstrucción y los derechos humanos.

En el plano internacional, la presión para que se establezca un gobierno palestino tecnocrático y apolítico que pueda gestionar la reconstrucción y el desarme de Hamás es fuerte, aunque las condiciones para ello siguen siendo inciertas y frágiles.

Este escenario plantea preguntas incómodas: ¿Será esta frontera una línea temporal o el preludio de una división permanente? ¿Podrá la comunidad internacional coordinar una reconstrucción que no reproduzca las desigualdades y tensiones previas? ¿Cómo convivirán las demandas de seguridad con las necesidades humanas y políticas de Gaza?

Lo que está claro es que Gaza no solo enfrenta la tarea de reconstruir edificios y servicios, sino también de reconstruir su tejido social y político en medio de una geografía redefinida por la guerra y sus consecuencias. El futuro de la Franja, y de quienes la habitan, dependerá de la capacidad de actores locales e internacionales para superar la tragedia y evitar que la división y el sufrimiento se perpetúen.

En definitiva, la frontera emergente y la devastación física son dos caras de una misma moneda que reflejan un conflicto que no termina con el alto el fuego, sino que entra en una nueva y compleja fase. La reconstrucción de Gaza no es solo un desafío técnico o económico, sino un test de voluntad política y humanitaria que marcará la región por años.

Fuentes: EL PAÍS, BBC News Mundo, declaraciones oficiales israelíes, análisis de expertos internacionales y organismos humanitarios.