
El 16 de octubre de 2025, tras una larga y tensa batalla que se extendió por 17 meses, el BBVA anunció el fracaso de su opa hostil sobre el Banco Sabadell, una operación que desde su inicio estuvo marcada por la desconfianza, la política y la estrategia financiera.
La oferta del BBVA logró apenas un 25,47% de aceptación entre los accionistas del Sabadell, muy por debajo del 30% necesario para lanzar una segunda ronda y lejos del 50% requerido para controlar la entidad. Este resultado sorprendió tanto a los protagonistas como a los analistas, pues semanas antes parecía que el banco vasco tenía la balanza a su favor.
Las negociaciones iniciales entre BBVA y Sabadell comenzaron en noviembre de 2020, en medio de la pandemia, con la intención de fusionar fuerzas. Sin embargo, las conversaciones se rompieron rápidamente por discrepancias en el precio y filtraciones que sembraron recelos. Desde entonces, el proceso estuvo marcado por una creciente distancia entre ambos grupos.
Josep Oliu, presidente de Sabadell, consideraba que su banco tenía “al menos dos años más por delante” para seguir en solitario, mientras que Carlos Torres, presidente del BBVA, apostaba por la integración como camino para fortalecer la competitividad.
La decisión del BBVA de lanzar una opa hostil en mayo de 2024, justo antes de las elecciones catalanas, añadió un componente político que sumó rechazo no solo entre los accionistas, sino también en el Gobierno central, la Generalitat y sindicatos.
Por un lado, el Sabadell respondió con una defensa numantina, reforzando su valor con dividendos millonarios y la venta de su filial británica TSB al Santander, lo que le permitió repartir 2.500 millones a sus accionistas y mejorar su posición financiera.
Por otro, el BBVA buscó atraer accionistas con una oferta mejorada, que incluía un canje de acciones con una prima que, sin embargo, se fue reduciendo conforme subía la cotización del Sabadell.
El consejo del Sabadell rechazó la oferta en cuatro ocasiones, argumentando que el precio era inferior al valor real del banco y que la operación implicaba riesgos significativos, como la posibilidad de una segunda opa en efectivo que podría reducir los dividendos futuros.
Un elemento clave en el desenlace fue la postura del inversor mexicano David Martínez Guzmán, accionista con cerca del 4% del capital, quien decidió aceptar la oferta pese al rechazo del consejo. Este gesto reflejó la división entre quienes apostaban por la independencia del Sabadell y quienes veían valor en la integración estratégica.
Tras conocerse el resultado, las acciones del Sabadell cayeron casi un 7%, mientras que las del BBVA subieron cerca de un 6%, especialmente en Wall Street, donde sus acciones depositarias se dispararon más del 7%. Este movimiento refleja que el mercado valoró el fracaso de la opa como una liberación para el BBVA, que podrá centrar sus recursos en su plan estratégico sin el lastre de una operación fallida.
Ningún actor sale indemne. El BBVA enfrenta ahora el desafío de su exposición en mercados emergentes como México y Turquía, mientras que el Sabadell, aunque reforzado en liquidez, ha perdido su filial británica y apuesta por una política agresiva de dividendos para mantener a sus accionistas.
El Gobierno español, que condicionó la operación y fue objeto de un expediente de Bruselas por supuesta injerencia, queda en el centro de una polémica que pone en evidencia las tensiones entre regulación, política y economía.
Mientras tanto, el Banco Santander, que adquirió la filial británica TSB, emerge como beneficiario indirecto de esta saga, reforzando su posición en un contexto de récords en beneficios.
Este episodio confirma que las opas hostiles, especialmente en sectores estratégicos como la banca, siguen siendo una aventura llena de incertidumbres y riesgos políticos.
El relato, la confianza y la política pueden pesar tanto como los números y las hojas de cálculo en el desenlace de las grandes operaciones financieras.
Finalmente, la historia del BBVA y Sabadell nos deja una lección clara: en la compleja interacción entre poder económico y político, no siempre gana quien tiene la mejor oferta, sino quien logra construir un relato convincente y mantener la cohesión interna.
Fuentes consultadas incluyen reportajes de EL PAÍS y Cinco Días, análisis de expertos financieros y declaraciones oficiales de los protagonistas.