
En un giro que ha marcado la recta final del año electoral, el Presidente Gabriel Boric ha decidido dejar atrás la tradicional distancia de los mandatarios en campañas y se ha convertido en actor central en la confrontación política con José Antonio Kast, el candidato mejor posicionado para sucederlo en La Moneda.Desde finales de octubre, Boric ha intensificado su presencia pública y crítica hacia Kast, buscando erosionar su apoyo en un escenario donde la candidata oficialista, Jeannette Jara, no logra capitalizar el desgaste del republicano.
Esta decisión no ha estado exenta de controversia. En el oficialismo, especialmente en el Frente Amplio, se percibe una mezcla de incomodidad y resignación ante el protagonismo presidencial, que algunos interpretan como un intento de Boric por consolidar su liderazgo como futura figura de la oposición en caso de derrota electoral.Como señala Rafael Sousa, académico y analista político, "Boric no puede concluir su gobierno dejando dudas sobre su empeño en detener el avance conservador y sus ideas, algo que ven como el inicio de un periodo de oscuridad, una amenaza a su cultura y valores".
Pero el escenario electoral se ha visto tensionado también por una crisis que sacudió la administración: el error en el cálculo de las tarifas eléctricas que generó cobros excesivos a las familias chilenas.El 16 de octubre, Boric removió al ministro de Energía, Diego Pardow, y al secretario ejecutivo de la Comisión Nacional de Energía, Marco Mancilla, responsabilizándolos políticamente por la falla técnica que afectó a miles de usuarios.
Este movimiento, lejos de ser un mero ajuste ministerial, reflejó la determinación del Mandatario de asumir responsabilidades en un asunto que impactó directamente en el bolsillo de la ciudadanía.La vocera Camila Vallejo enfatizó que "el Presidente pondera el impacto que tiene en las familias, sobre todo, y establece responsabilidades políticas y técnicas en función de eso".
La crisis energética no solo ha erosionado la confianza en la gestión gubernamental, sino que también ha sido un factor que ha tensionado la campaña electoral y la percepción pública sobre la capacidad de manejo del Ejecutivo.En paralelo, la oposición liderada por Kast ha capitalizado esta debilidad, aunque sin lograr un consenso unificado que garantice una transición sin fricciones.
Desde una perspectiva regional, la disputa electoral y la crisis energética han generado distintas reacciones. En zonas con fuerte dependencia de la minería y la generación eléctrica, la preocupación por la estabilidad tarifaria y la política energética ha cobrado un peso especial, mientras que en sectores urbanos y universitarios, el debate se ha centrado en la defensa de los avances sociales y la resistencia al giro conservador.
En el plano social, diversas organizaciones y movimientos ciudadanos han expresado su descontento tanto con el error tarifario como con la polarización política creciente, llamando a un diálogo más inclusivo y a políticas que prioricen la justicia social y la sostenibilidad.
Finalmente, esta doble crisis —electoral y energética— pone en evidencia las tensiones internas dentro de la coalición gobernante y la fragmentación de la oposición, que se enfrentan en un escenario donde las certezas son escasas y las consecuencias políticas, profundas.
La verdad que emerge es que Boric ha optado por un protagonismo activo que redefine el rol presidencial en tiempos electorales, apostando a un legado político que trascienda su mandato, aunque arriesgando la cohesión de su sector.
La crisis energética, por su parte, expone fallas técnicas y políticas que deberán ser abordadas con transparencia y eficacia para recuperar la confianza ciudadana.
Ambos fenómenos configuran un cuadro complejo donde las narrativas de victoria y derrota se entrelazan con la responsabilidad pública, dejando al descubierto la fragilidad y el dinamismo del sistema político chileno en un momento crucial de su historia.
2025-11-05
2025-11-07