
Un juego de poder con consecuencias regionales
En septiembre de 2025, la vicepresidenta venezolana Delcy Rodríguez presentó a la Administración estadounidense, a través de mediadores en Catar, una propuesta para encabezar un gobierno de transición en Venezuela sin Nicolás Maduro. La oferta, que buscaba preservar la estabilidad política del país sudamericano, contemplaba que Maduro saldría al exilio en Turquía o Catar, mientras Rodríguez y el general retirado Miguel Rodríguez Torres asumirían el mando temporalmente.
Este plan no surgió en el vacío. Meses antes, en abril, se había planteado una alternativa en la que Maduro renunciaría pero permanecería en Venezuela bajo garantías de seguridad, con Rodríguez tomando la presidencia. Según reportes del Miami Herald y The New York Times, estas propuestas incluían concesiones económicas significativas a EE.UU., como abrir proyectos petroleros y mineros a empresas estadounidenses y poner fin a contratos con China, Irán y Rusia.
“Un 'Madurismo sin Maduro' podría permitir una transición pacífica, preservando la estabilidad política sin desmantelar el aparato gobernante”, señaló un análisis del Miami Herald que capturó la intención detrás de estos movimientos.
Perspectivas encontradas: entre pragmatismo y rechazo
Desde la óptica de sectores pragmáticos dentro del chavismo, la propuesta representaba una vía para evitar un colapso violento y mantener cierto control político y económico. En contraste, para la oposición venezolana y buena parte de la comunidad internacional crítica al régimen, estas maniobras eran vistas como intentos de preservar un modelo autoritario bajo una nueva fachada.
En Estados Unidos, la Administración Trump, que había endurecido su postura contra Caracas, autorizó simultáneamente a la CIA a realizar operaciones encubiertas en territorio venezolano y consideró ataques contra el narcotráfico en tierra. Estas acciones han incluido bombardeos a embarcaciones cerca de las costas venezolanas, con al menos 27 muertos reportados.
“Sería ridículo responder si autorizamos eliminar a Maduro”, declaró Trump ante preguntas sobre posibles operaciones directas contra el presidente venezolano.
La réplica de Maduro: denuncias y movilización
El presidente Nicolás Maduro respondió con dureza. En un discurso ante el Consejo Nacional por la Soberanía y la Paz, denunció la historia de intervenciones de la CIA en América Latina, recordando los golpes de Estado y desapariciones en la región.
“¿Hasta cuándo los golpes de Estado de la CIA? América Latina no los quiere, no los necesita y los repudia”, afirmó, llamando a la paz y a la resistencia contra lo que calificó como una agresión externa.
El Ministerio de Relaciones Exteriores venezolano calificó las acciones de EE.UU. como una violación grave al Derecho Internacional y anunció que elevaría una queja ante el Consejo de Seguridad de la ONU. Caracas denunció además un intento de legitimación de un cambio de régimen con fines de apropiación de recursos petroleros y alertó sobre discursos xenófobos relacionados con la migración venezolana.
¿Qué se puede concluir?
Este episodio revela la complejidad de la crisis venezolana, donde las disputas internas se entrelazan con la geopolítica global. La oferta de un gobierno de transición sin Maduro refleja la fractura y la búsqueda de salidas dentro del propio chavismo, pero también el interés estadounidense por un cambio que garantice sus objetivos estratégicos.
Las tensiones militares y diplomáticas, junto con las operaciones encubiertas, aumentan la incertidumbre y el riesgo de escalada en la región. La narrativa oficial venezolana de resistencia frente a una agresión externa se contrapone a la visión estadounidense de combatir el narcotráfico y restaurar la democracia, generando una disonancia cognitiva que dificulta la resolución pacífica.
Para observadores y ciudadanos críticos, la historia invita a reflexionar sobre los límites de la intervención extranjera, la legitimidad de los procesos internos y las consecuencias humanitarias de la prolongada crisis venezolana. En este coliseo de intereses, el sufrimiento de la población sigue siendo la tragedia central, mientras los actores se enfrentan en un juego de poder cuyas reglas y desenlaces aún están por definirse.
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Fuentes: Miami Herald, The New York Times, Cooperativa.cl, La Tercera.