Uruguay legaliza la eutanasia: América Latina enfrenta su debate más profundo sobre la muerte digna

Uruguay legaliza la eutanasia: América Latina enfrenta su debate más profundo sobre la muerte digna
Salud y Bienestar
Salud pública
2025-11-13
Fuentes
elpais.com www.latercera.com www.bbc.com es.wired.com www.latercera.com cooperativa.cl www.latercera.com www.bbc.com elpais.com elpais.com www.bbc.com cooperativa.cl ellibero.cl elpais.com

- Uruguay se convierte en el primer país latinoamericano en aprobar la eutanasia por ley.

- La región exhibe un mosaico legal diverso, con Colombia y Ecuador avanzando vía fallos constitucionales.

- La discusión enfrenta posturas religiosas, éticas y políticas, reflejando tensiones sociales profundas.

El pasado 15 de octubre, el Senado uruguayo aprobó la ley de eutanasia tras cinco años de debate legislativo y una votación que contó con 20 votos a favor de 31 presentes. Este hito convierte a Uruguay en el primer país de América Latina en contar con una regulación explícita que permite a adultos psicológicamente aptos, en etapa terminal o con sufrimiento insoportable, optar por una muerte asistida bajo supervisión médica.

La ley, conocida como “Muerte digna”, no solo cierra un ciclo legislativo, sino que abre un escenario regional donde la eutanasia se instala como cuestión pública y ética central. El senador Daniel Borbonet, del Frente Amplio, defendió que “transcurrir con dignidad el proceso final de la vida no es un delito”, mientras que grupos católicos y sectores conservadores mantienen una férrea oposición, argumentando la sacralidad de la vida y riesgos de vulneración de derechos.

Este debate no es exclusivo de Uruguay. En América Latina, la práctica se encuentra en distintos grados de reconocimiento y controversia:

- Colombia fue pionera en la región al despenalizar la muerte asistida en 1997 y legalizarla en 2015 mediante fallo constitucional. Sin embargo, persisten barreras prácticas y burocráticas que limitan su acceso efectivo, y la libertad de conciencia médica permite que algunos profesionales se nieguen a realizar el procedimiento.
- Ecuador despenalizó la eutanasia en 2024 tras un fallo de su Corte Constitucional, luego de que una paciente con esclerosis lateral amiotrófica solicitara el derecho a morir. La sentencia establece un marco regulatorio condicionado, pero enfrenta resistencia de la Iglesia Católica, influyente en la sociedad ecuatoriana.

En otros países, el panorama es fragmentado y complejo. Perú ha otorgado excepciones judiciales, México y Argentina permiten la “eutanasia pasiva” o rechazo de tratamientos, y Chile avanza en proyectos legislativos para la muerte digna. Cuba, en tanto, incorporó el derecho a una muerte digna en su legislación sanitaria a fines de 2023, aunque sin regulación explícita sobre eutanasia activa.

Este mosaico refleja las tensiones entre valores culturales, creencias religiosas, autonomía individual y el rol del Estado en la regulación de la vida y la muerte. En Chile, por ejemplo, el debate ha cobrado fuerza en los últimos años, con movimientos sociales y profesionales de la salud que reclaman un marco legal que garantice cuidados paliativos y opciones para pacientes terminales.

Desde la perspectiva médica, la eutanasia y el suicidio asistido plantean desafíos éticos y prácticos. La necesidad de protocolos claros, garantías para evitar abusos, y el respeto por la voluntad informada del paciente son elementos centrales. Organizaciones internacionales, como la OMS, promueven el acceso a cuidados paliativos integrales, pero el reconocimiento legal de la eutanasia sigue siendo un tema divisivo.

La experiencia internacional es diversa. Países como Holanda, Bélgica, España y Canadá han avanzado en la legislación sobre eutanasia, estableciendo criterios estrictos para su aplicación. En Estados Unidos, solo algunos estados permiten la muerte asistida, con la condición de que el paciente autoadministre la medicación.

En definitiva, la aprobación de la ley en Uruguay marca un punto de inflexión en América Latina. El debate ha dejado en evidencia no solo diferencias políticas, sino también profundas disonancias culturales y sociales sobre el sentido de la vida, la autonomía y la dignidad humana. Las consecuencias políticas y sociales de esta decisión se irán desplegando en los próximos meses, especialmente en un continente donde la religión y las tradiciones aún tienen un peso significativo.

Lo que queda claro es que la región enfrenta un desafío ineludible: cómo equilibrar el respeto a la autonomía individual con las convicciones colectivas, en un tema que toca el núcleo mismo de la condición humana. Uruguay, con su ley pionera, pone la pelota en la cancha y abre la puerta para que otros países latinoamericanos reconsideren sus posturas y regulaciones, en un proceso que promete ser largo, conflictivo y profundamente transformador.