La izquierda chilena en la encrucijada: desconexión ciudadana y desafíos de seguridad

La izquierda chilena en la encrucijada: desconexión ciudadana y desafíos de seguridad
Actualidad
Política
2025-11-13
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- Desconexión progresista con la ciudadanía, según Jeannette Jara.

- Tensiones internas sobre prioridades: seguridad versus agenda ideológica.

- Impacto electoral y social tras meses de debate y autocrítica.

Un diagnóstico que sacude a la izquierda chilena: a casi un mes de la autocrítica pública de Jeannette Jara, aspirante presidencial y exministra de Trabajo, el debate sobre la desconexión entre los sectores progresistas y la ciudadanía sigue reverberando en el escenario político nacional. El 15 de octubre de 2025, Jara señaló que el principal problema del progresismo radica en su falta de contacto con la vida cotidiana de las personas, un llamado a revisar las prioridades y estrategias que han marcado a la izquierda en los últimos años.

La fractura interna: entre la ideología y la seguridad

Jara planteó que la izquierda ha caído en el error de creer que sus ideas son la única vía válida, dejando de lado temas que preocupan transversalmente a la ciudadanía, como la seguridad pública y el crecimiento económico. Esta mirada ha abierto una grieta visible entre los sectores más ortodoxos y los pragmáticos dentro del progresismo.

Desde el Partido Comunista, al que pertenece Jara, se ha escuchado un llamado a la renovación y a la flexibilidad, mientras que otros grupos mantienen una postura más rígida en torno a la agenda social y económica. La tensión no es menor: mientras algunos insisten en priorizar derechos sociales y justicia redistributiva, otros advierten que sin abordar la inseguridad y la economía, la izquierda perderá más terreno electoral y legitimidad social.

Voces desde la ciudadanía y regiones

En regiones como la macrozona sur y el norte grande, donde la inseguridad y el desempleo golpean con fuerza, la desconexión denunciada por Jara se siente con crudeza. Líderes comunitarios y expertos consultados coinciden en que el progresismo ha fallado en articular soluciones concretas y cercanas a estas realidades.

“La gente quiere propuestas que resuelvan sus problemas inmediatos, no discursos que parecen alejados de sus barrios y trabajos”, comenta una dirigente social de Temuco. En Santiago, la percepción es similar, aunque con matices: sectores urbanos y medios valoran el énfasis en derechos civiles, pero también exigen respuestas claras en seguridad.

Consecuencias políticas y sociales

La autocrítica pública de Jara no ha estado exenta de críticas. Algunos sectores de derecha y centro la interpretan como un reconocimiento implícito del fracaso progresista, mientras que ciertos grupos de izquierda más radicales la ven como un abandono de principios.

Las encuestas posteriores muestran un desgaste en la intención de voto hacia candidatos que no logran equilibrar la agenda social con la demanda ciudadana por seguridad y crecimiento. La discusión ha obligado a partidos y movimientos a replantear sus estrategias, en medio de un escenario electoral que se perfila más competitivo y fragmentado.

Reflexiones finales

Este episodio evidencia que la política chilena, especialmente en la izquierda, enfrenta una crisis de representación que va más allá de la coyuntura electoral. La desconexión con la ciudadanía no es un problema nuevo, pero la visibilización pública y la tensión abierta entre ideas y demandas concretas marcan un punto de inflexión.

Si bien no existe una fórmula única para resolver esta disonancia, la experiencia reciente sugiere que el éxito político y social dependerá de la capacidad de los actores progresistas para integrar con honestidad y pragmatismo las preocupaciones de seguridad y economía con su compromiso histórico con la justicia social. La tragedia que vive la izquierda chilena hoy es, en definitiva, la de un espejo roto donde se reflejan las expectativas y frustraciones de una sociedad que exige respuestas reales y coherentes.