Un conflicto que se cocinó a fuego lento y estalló en la madrugada del 13 de noviembre, cuando más de 460 pilotos de Latam —más de la mitad de los que operan en Chile— iniciaron una huelga tras el fracaso de la mediación en la Dirección del Trabajo. La movilización llevó a la cancelación y reprogramación de decenas de vuelos nacionales e internacionales, afectando a miles de pasajeros.
Desde la empresa, Latam tomó medidas preventivas para mitigar el impacto, cancelando vuelos y ofreciendo cambios sin costo o devoluciones totales. 'Hemos implementado medidas para reducir el número de personas afectadas y entregar la mejor alternativa posible', afirmó Paulo Miranda, vicepresidente de Clientes del grupo aéreo.
Pero detrás de esta crisis inmediata se esconde un pulso más profundo. El Sindicato de Pilotos (SPL) denuncia que la raíz del conflicto radica en la negativa de Latam a revertir las reducciones salariales y ajustes laborales impuestos durante la pandemia. 'Nos resulta inexplicable que una empresa con las ganancias de Latam se niegue a devolver las condiciones que rebajamos temporalmente en 2020', señalan, recordando que en 18 meses la aerolínea acumuló US$ 1.500 millones en utilidades, mientras su demanda salarial representa menos del 1% de esas ganancias.
Este desencuentro revela la tensión entre la recuperación económica de Latam y las demandas de sus trabajadores por condiciones dignas y transparentes. La empresa, que salió del Capítulo 11 en EE.UU. en 2022, sostiene que su oferta es razonable y mantiene abierta la puerta al diálogo.
Perspectivas encontradas
Desde el punto de vista empresarial, la prioridad es la estabilidad operativa y la protección de los pasajeros, en un sector que aún lidia con las secuelas de la pandemia y la competencia feroz. Latam advierte que la huelga pone en riesgo la continuidad de servicios y la confianza del mercado.
Por el contrario, el sindicato pone en evidencia un malestar acumulado, que trasciende lo salarial e incluye la transparencia en las negociaciones y la preocupación por el traspaso de vuelos a filiales, que interpretan como una forma encubierta de reemplazo laboral.
En el plano social, los usuarios afectados se enfrentan a la incertidumbre y a las molestias propias de cancelaciones y reprogramaciones, mientras el Estado y la Dirección del Trabajo ejercen un rol de mediación que hasta ahora no ha logrado destrabar el conflicto.
Consecuencias y aprendizajes
Esta huelga no solo paraliza vuelos, sino que desnuda las fragilidades del modelo laboral en la industria aérea chilena y la compleja relación entre rentabilidad empresarial y derechos laborales. La movilización pone en evidencia que la recuperación económica no se traduce automáticamente en mejoras para los trabajadores, y que la transparencia y diálogo son fundamentales para evitar escaladas.
La resolución de este conflicto será un termómetro para la negociación colectiva en sectores estratégicos y un llamado a repensar las condiciones laborales en un mercado globalizado y competitivo.
Mientras tanto, el país observa con atención cómo se desenvuelve este pulso entre pilotos y empresa, que podría marcar un precedente para futuras disputas laborales en Chile.
Fuentes: La Tercera, declaraciones oficiales de Latam Airlines Group, Sindicato de Pilotos de Latam, Dirección del Trabajo.