
Un comando en movimiento: a un mes de la elección presidencial, el equipo de Jeannette Jara ha vivido una sacudida que revela mucho más que simples ajustes logísticos. El 14 de octubre, la candidata oficialista anunció la salida de Tomás Hirsch y Gael Yeomans de la vocería, junto con la renuncia de Laura Albornoz a ese rol, aunque esta última permanece dentro del comando. Estas decisiones, lejos de ser un mero trámite, han expuesto tensiones internas, estrategias divergentes y cuestionamientos éticos que merecen un análisis detenido.
Desde la perspectiva del oficialismo, Jara justificó los cambios como una necesidad para que diputados y candidatos se concentren en sus distritos, minimizando así un posible desgaste político. “Espero que Hirsch siga colaborando, pero deben priorizar sus tareas electorales”, afirmó en el lanzamiento de su biografía. Sin embargo, Hirsch calificó la forma de su salida como poco adecuada, evidenciando un malestar que no se limita a lo personal sino que refleja diferencias en la conducción política.
En paralelo, la salida de Laura Albornoz de la vocería fue presentada como una decisión propia, motivada por el uso político que la oposición hacía de su doble rol como integrante del comando y miembro del directorio de ENAP. La Contraloría investiga los viajes internacionales de Albornoz financiados por ENAP, lo que avivó las críticas y cuestionamientos de la derecha. Albornoz optó por apartarse de la vocería para evitar que su figura se convirtiera en un blanco de ataques que afectaran la candidatura.
Desde la derecha y sectores opositores, estos movimientos son vistos como una señal de debilidad y falta de cohesión en la campaña de Jara. El diputado Luis Sánchez calificó la situación como un ejemplo de “falta de transparencia y conflictos de interés” que empañan la imagen del oficialismo. En cambio, voces dentro de la centroizquierda y el Frente Amplio interpretan estos cambios como un intento legítimo de Jara por fortalecer su comando y evitar que disputas internas dañen la imagen pública.
Este episodio pone sobre la mesa un debate que trasciende la campaña: la tensión entre las responsabilidades públicas y las estrategias políticas en un contexto electoral polarizado. La figura de Albornoz, en particular, plantea preguntas sobre la compatibilidad entre roles públicos y partidistas, y cómo estos pueden ser usados como munición política.
Por su parte, la salida de Hirsch y Yeomans refleja el desafío de equilibrar la militancia y el activismo con las exigencias pragmáticas de una campaña presidencial, donde las lealtades y las prioridades pueden chocar.
Los cambios en el comando de Jeannette Jara no solo evidencian fricciones internas, sino que también ilustran las complejidades de conducir una campaña en un escenario político fragmentado y vigilado. La gestión de estas tensiones impactará no solo en la percepción pública de la candidatura, sino también en la capacidad del oficialismo para articular un proyecto común y coherente. Más allá de las disputas inmediatas, queda claro que la política chilena sigue navegando en aguas turbulentas donde las fronteras entre lo ético, lo estratégico y lo personal se diluyen, dejando a los protagonistas en un constante desafío.
Este episodio invita a la reflexión sobre cómo las campañas electorales pueden y deben manejar las tensiones internas sin sacrificar transparencia ni cohesión, un aprendizaje que podría ser crucial para el futuro político del país.
2025-11-05