
El martes 11 de noviembre de 2025 marcó un antes y un después en la forma en que se mide la audiencia televisiva en Chile. Kantar Ibope Media implementó una nueva metodología que integra la medición del consumo en televisión abierta, cable, plataformas digitales y dispositivos móviles, abarcando un universo de 16,6 millones de personas en todo el país. Este cambio responde a la transformación radical que ha experimentado el consumo audiovisual en la última década.
La incorporación del People Meter 7, un tablet que optimiza la recopilación de datos en los hogares, junto al Focal Meter, que mide el consumo en pantallas inteligentes, computadores, tablets y smartphones, permite un registro más preciso y representativo. Esta tecnología supera las limitaciones del sistema tradicional, que se basaba en muestras y porcentajes, y ahora entrega valores absolutos del número de personas que ven cada contenido.
Desde la perspectiva de la industria, Ignacio Mirchak, Country Leader de Kantar Ibope Media en Chile, destacó que "la forma en que consumimos contenido cambió radicalmente con la digitalización y la medición de audiencia también debía evolucionar". Añadió que este avance es clave para conocer el alcance real de los contenidos, optimizar la inversión publicitaria y mejorar la toma de decisiones estratégicas.
El impacto de esta revolución metodológica se observa en la competencia entre los principales canales nacionales — Chilevisión, Mega, Canal 13 y TVN — que ahora pueden evaluar con mayor certeza el desempeño de sus programas en un mercado fragmentado y multiscreen. El rating ya no es solo un porcentaje, sino una cifra concreta que refleja la audiencia real en tiempo y espacio.
Sin embargo, esta innovación también ha generado debates y tensiones. Desde sectores más tradicionales de la televisión abierta, se cuestiona si la medición digital puede captar adecuadamente a audiencias de regiones rurales o de segmentos etarios menos conectados. Por otro lado, voces críticas advierten sobre la concentración de datos en pocas manos y el riesgo de que las métricas, aunque más precisas, sigan moldeando la oferta televisiva hacia contenidos masivos y comerciales, dejando de lado propuestas culturales o educativas menos rentables.
En el ámbito publicitario, la posibilidad de acceder a cifras absolutas ha cambiado la negociación y la planificación de campañas. Expertos en marketing señalan que esta precisión permite segmentar mejor y dirigir recursos con mayor eficiencia, pero también aumenta la presión sobre los creadores de contenido para mantener audiencias cuantiosas y constantes.
Desde la audiencia, la reacción es ambivalente. Mientras que la mayoría de los televidentes no percibe directamente estos cambios técnicos, algunos sectores valoran que la medición refleje mejor sus hábitos, especialmente con el auge de plataformas como YouTube en televisores, que por primera vez superan el consumo en celulares y computadores.Este fenómeno evidencia la convergencia de medios y la necesidad de adaptarse a un ecosistema audiovisual cada vez más complejo y fragmentado.
Con todo, la nueva medición de rating en Chile no es solo un avance tecnológico, sino un espejo de las transformaciones sociales, culturales y económicas que atraviesan los medios de comunicación. El desafío ahora es equilibrar precisión y diversidad, datos y calidad, para que la televisión siga siendo un espacio plural y representativo.
En definitiva, la evolución del rating chileno revela que el consumo de contenidos ya no es un fenómeno unidimensional ni estático, sino un entramado dinámico que exige nuevas herramientas, nuevas miradas y, sobre todo, una reflexión crítica sobre qué y para quién se produce televisión en el siglo XXI.