
Un triángulo de poder y desencuentros se dibuja en la derecha chilena a pocos días de la elección presidencial del 16 de noviembre. Tres alcaldes emblemáticos de Chile Vamos —Gustavo Alessandri (RN, Zapallar), José Manuel Palacios (UDI, La Reina) y Rodrigo Contreras (UDI, Paine)— acudieron al cierre de campaña del republicano José Antonio Kast en el Movistar Arena el 11 de noviembre, un gesto que no pasó desapercibido y que abrió una ventana a las tensiones y alianzas dentro del sector. La respuesta de Evelyn Matthei, candidata de Chile Vamos, Amarillos y Demócratas, fue de aparente tranquilidad, aunque con matices que revelan una estrategia política más compleja.
Desde la derecha tradicional, la presencia de estos alcaldes en el acto de Kast fue explicada como un símbolo de unidad frente a los desafíos nacionales. 'Queremos dar un gesto de unidad: Chile necesita un gobierno capaz de enfrentar la delincuencia, reactivar el crecimiento y mejorar vivienda, salud y educación', afirmó Alessandri. Sin embargo, la misma noche, la candidata Matthei convocó a una celebración de cumpleaños en Colina, invitando a todos los alcaldes, lo que refleja la coexistencia de apoyos cruzados y la multiplicidad de lealtades dentro del bloque. Los tres alcaldes aseguraron que asistirán también al cierre de Matthei, e incluso dejaron abierta la posibilidad de acudir al evento de Johannes Kaiser, el libertario que también disputa un espacio en la derecha.
La candidatura de Matthei se caracteriza por un discurso que busca amalgamar desde la derecha hasta la centroizquierda, enfrentando una emergencia nacional en diversas áreas. En entrevista con Desde La Redacción de La Tercera, la exalcaldesa resumió su relación con Kast y Kaiser con una mezcla de distancia crítica y pragmatismo: 'Yo represento una coalición que va desde la derecha hasta la centroizquierda... nuestra coalición está enfocada en cómo solucionar los problemas de Chile, más que en lo que pasó en el pasado'. Al ser consultada sobre su vínculo con Kaiser, Matthei fue clara: 'Con Kaiser nos llevamos bien... Es mucho más grato Kaiser', en un guiño que no oculta la fractura con Kast.
Esta tensión se profundiza si se considera la campaña cruzada y las polémicas que la han marcado. Matthei calificó la campaña como 'asquerosa' debido a ataques atribuidos a bots republicanos vinculados a Kast, a quien en público ha criticado, incluso en debates y en su franja electoral. Por su parte, Kast ha recibido gestos de apoyo de alcaldes que buscan consolidar un bloque duro y movilizado, mientras Kaiser aparece como un outsider con un discurso más directo y sin dobleces, que ha encontrado en Matthei un interlocutor menos hostil.
Desde una perspectiva regional, la asistencia de los alcaldes de comunas tan distintas como Zapallar, La Reina y Paine refleja también la diversidad territorial y social dentro de Chile Vamos, donde las prioridades locales y las redes políticas influyen en las decisiones de apoyo. En el plano ciudadano, esta fragmentación ha generado debates sobre la coherencia y unidad del sector, con voces críticas que cuestionan si esta dispersión debilita la capacidad de enfrentar a la candidata oficialista Jeannette Jara en un eventual balotaje.
En definitiva, la escena política de la derecha chilena se asemeja a un coliseo donde los protagonistas luchan por la supremacía y la legitimidad, mientras el público observa las alianzas fluctuantes y las estrategias contradictorias. La elección del 16 de noviembre será decisiva no solo para definir quién pasa a segunda vuelta, sino también para clarificar el mapa político y la cohesión o fractura del bloque de derecha.
Las certezas que se desprenden de estos hechos son claras: la derecha chilena no es un bloque monolítico y enfrenta un desafío de unidad que condicionará su capacidad de gobernar. La convivencia entre figuras tradicionales, republicanos y libertarios no solo ha marcado la campaña con episodios de tensión y gestos cruzados, sino que también anticipa un escenario incierto para la segunda vuelta. La política chilena, en este episodio, muestra que las alianzas son tan fluidas como las convicciones que las sostienen, y que el futuro de la coalición dependerá de su habilidad para resolver estas disonancias internas en un momento crítico para el país.