
El pasado 14 de octubre, en el centro de eventos Metropolitan Santiago, la élite empresarial y política fue testigo de una inédita puesta en escena: siete de los ocho candidatos presidenciales en carrera participaron en un debate organizado en el marco de Enade 2025, con un formato que buscó ir más allá de la tradicional exposición de ideas para enfrentar directamente los dilemas que hoy tensionan a Chile.Solo Eduardo Artés optó por restarse de la instancia.
El debate, conducido por el periodista Juan Manuel Astorga, se estructuró en torno a ocho «nudos críticos» que ilustran los desafíos que el país debe resolver para avanzar hacia una agenda sostenible y consensuada: crecimiento económico versus protección ambiental, capital humano versus automatización, control migratorio versus no discriminación, seguridad ciudadana versus libertades individuales, productividad versus permisología, descentralización versus eficiencia estatal, representatividad versus gobernabilidad, y sostenibilidad fiscal versus demandas sociales.
Cada candidato asumió la responsabilidad de abordar uno de estos dilemas con propuestas concretas, plazos definidos y compromisos a 2030. Este ejercicio buscó forzar el paso del «qué» al «cómo», en un contexto donde las palabras suelen abundar pero las acciones concretas escasean.Esta metodología fue valorada por expertos por su capacidad para poner a prueba la coherencia y realismo de los programas presidenciales.
Desde el inicio, la tensión se hizo palpable entre Evelyn Matthei y José Antonio Kast, los dos principales abanderados de la derecha. Aunque ambos coincidieron en Enade, no compartieron espacios ni diálogos previos, evidenciando una distancia que va más allá de la competencia electoral.El asesor de Kast, Cristián Valenzuela, defendió la polémica columna de Matthei titulada “Parásitos”, señalando: “Estamos en guerra contra los malos funcionarios públicos, que son pocos, pero que existen, y a ellos hay que combatir”. La postura fue recibida con críticas desde distintos sectores, que la interpretaron como un lenguaje confrontacional que exacerba la polarización.
Matthei, por su parte, mostró un despliegue sólido con su equipo de economistas y alcaldes de Chile Vamos, logrando un respaldo visible entre los asistentes. Kast, acompañado por su círculo más cercano, prefirió centrarse en la escucha de la exposición de la contralora Dorothy Pérez, enfocándose en temas técnicos como la permisología y el desarrollo económico.
Jeannette Jara, la candidata oficialista, llegó al debate con un renovado eslogan «Es Jara» y una estrategia que busca darle mayor protagonismo a su figura, desplazando a voces que han perdido espacio en la campaña. Su equipo, con figuras como Ricardo Lagos Weber y economistas de peso, preparó cuidadosamente su intervención desde su casa en Ñuñoa.
Jara asumió el dilema de la sostenibilidad fiscal versus demandas sociales, un tema crucial para el oficialismo que debe equilibrar la presión por aumentar el gasto público con la necesidad de mantener la estabilidad económica.“La clave está en responder a las necesidades sociales sin hipotecar el futuro fiscal del país”, afirmó en su presentación.
El formato incluyó un bloque denominado «Diálogos improbables», donde los candidatos se enfrentaron directamente con preguntas sobre conceptos clave como democracia, pobreza, economía plateada, confianza, estado de derecho, educación, innovación y salud mental. Este segmento dejó en evidencia las profundas diferencias ideológicas y estratégicas entre los aspirantes, sin buscar neutralizarlas, sino mostrando la pluralidad de visiones que conviven en el escenario político chileno.
Por ejemplo, mientras algunos defendieron una mirada más conservadora en seguridad ciudadana, otros enfatizaron la necesidad de fortalecer las libertades civiles y abordar las causas estructurales de la violencia.
A semanas de ocurrido, el debate de Enade 2025 ha dejado varias certezas y desafíos para la política chilena:
- El formato innovador mostró que los debates presidenciales pueden ir más allá de la retórica superficial, exigiendo compromisos claros y realistas.
- La fragmentación en la derecha, evidenciada en la distancia entre Matthei y Kast, anticipa una competencia interna que podría afectar la cohesión del bloque en una eventual segunda vuelta.
- La centroizquierda enfrenta el desafío de consolidar una narrativa que combine justicia social con responsabilidad fiscal, un equilibrio delicado que será clave para ganar confianza en sectores empresariales y ciudadanos.
- La pluralidad de enfoques en temas como migración, seguridad y descentralización refleja una sociedad compleja, donde no existen soluciones únicas, sino negociaciones constantes.
En definitiva, Enade 2025 no solo fue un encuentro empresarial más, sino un escenario donde la política chilena se mostró en su estado más crudo y desafiante, obligando a los candidatos a confrontar sus ideas con la realidad, y a la audiencia a mirar con atención y distancia el futuro que se juega en las urnas.
Fuentes: La Tercera, Diario Financiero, declaraciones oficiales de los comandos presidenciales, análisis de expertos en política chilena.
2025-11-09