
En un escenario donde el crecimiento económico se mantiene en torno al 2% anual, un estudio encargado por la Sofofa y elaborado por el economista Juan Bravo ha revelado un desafío fundamental para Chile: mantener ese crecimiento no es solo deseable, sino imprescindible para compensar los costos derivados de la agenda laboral vigente y en discusión.El estudio concluye que el PIB nacional debe crecer entre un 0,64% y un 1,15% anual solo para neutralizar el impacto de reformas laborales ya implementadas y otras que están en trámite en el Congreso. Este margen, aunque parece modesto, implica que una parte importante del crecimiento económico debe destinarse exclusivamente a evitar una mayor destrucción de empleos.
El análisis abarca reformas como la reducción de la jornada laboral a 40 horas, el aumento del salario mínimo y las cotizaciones previsionales, además de proyectos sobre postnatal parental y definiciones legales sobre "sueldo base". El impacto acumulado en el costo salarial por hora podría aumentar entre un 21,36% y un 39,32% según distintos escenarios. En la práctica, esto podría traducirse en la pérdida de entre 387 mil y más de 700 mil empleos si la economía no crece lo suficiente.
Desde la perspectiva empresarial, la presidenta de la Sofofa, Rosario Navarro, enfatiza que el foco debe estar en impulsar el crecimiento económico: "Si queremos más empleo formal y mejores salarios, necesitamos crecer. Hoy Chile debería aumentar su crecimiento entre 0,6% y 1,1% anual solo para compensar el efecto de las nuevas regulaciones". Este enfoque busca desviar la atención del debate centrado en los costos hacia la necesidad de una agenda que potencie la productividad y la innovación.
Sin embargo, la lectura no es unánime. Jorge Welch, presidente de la Asech, advierte que estas políticas laborales, especialmente en un contexto de crecimiento bajo, pueden afectar negativamente a las pymes y emprendedores. "Si sumamos la revolución de automatizaciones que genera la inteligencia artificial, difícilmente estas políticas generen otra cosa que mayor desempleo, aunque se implementen de forma gradual". Para Welch, la solución pasa por menos burocracia y mayor flexibilidad, no por más regulaciones.
El estudio también señala que la gradualidad es clave. Una implementación inmediata y total de estas reformas podría requerir un crecimiento anual del PIB entre 1,78% y 2,74% para evitar efectos negativos. Esto pone en tensión el ritmo político y económico con las necesidades reales del mercado laboral.
En términos macroeconómicos, el crecimiento económico en meses recientes ha mostrado señales de desaceleración. Por ejemplo, el Imacec de agosto de 2025 creció apenas un 0,5% anual, por debajo de las expectativas, afectado principalmente por la caída en la minería tras incidentes en El Teniente.Este dato confirma la fragilidad del motor económico chileno y la importancia de no subestimar la presión que ejerce la agenda laboral sobre el crecimiento.
En definitiva, el "coliseo" de intereses está en plena escena: por un lado, el sector empresarial y económico que demanda un crecimiento vigoroso para sostener empleo y salarios; por otro, las fuerzas sociales y políticas que buscan avanzar en derechos laborales y condiciones de trabajo dignas. La tensión no se resuelve en un solo acto, sino en la negociación constante entre productividad, justicia social y sostenibilidad.
Para el ciudadano reflexivo, este escenario invita a cuestionar las narrativas simplistas que dividen el crecimiento económico y la justicia laboral en bandos opuestos. La verdad que emerge es que ambos son inseparables y que el equilibrio entre ellos definirá el futuro del empleo y la calidad de vida en Chile.
La agenda laboral chilena no es solo un asunto de costos o beneficios inmediatos, sino un desafío estructural que requiere políticas integradas, diálogo abierto y una mirada de largo plazo que reconozca las complejidades del mercado y las demandas sociales.
Fuentes consultadas: Diario Financiero (14-10-2025), Sofofa, Asech, Banco Central de Chile.