El 10 de octubre de 2023 marcó un antes y un después en la historia reciente de Gaza. Ese día, ataques terroristas dejaron 1.200 israelíes muertos y desencadenaron una guerra que, tras dos años, cobró la vida de más de 61 mil palestinos. Dos años después, el 3 de octubre de 2025, un acuerdo de alto el fuego entre Hamas e Israel, auspiciado por el expresidente estadounidense Donald Trump, abrió una ventana de esperanza en un conflicto que parecía eterno.
Este acuerdo, que contempla un cese de ataques y el retiro israelí de un 53% del territorio de la Franja de Gaza, comenzó a implementarse el viernes 10 de octubre de 2025. En paralelo, se pactó la liberación escalonada de 20 rehenes israelíes aún cautivos, a cambio de la puesta en libertad de 250 presos palestinos. Sin embargo, el camino hacia la paz sigue plagado de incertidumbres y tensiones latentes.
Desde el inicio, las voces se han dividido. El gobierno israelí, liderado por Benjamin Netanyahu, sostiene que el acuerdo es un paso pragmático para salvaguardar la seguridad nacional y abrir un proceso gradual hacia la normalización. Por su parte, Hamas enfrenta una encrucijada: aceptar la entrega de armas y su exclusión de cualquier futuro gobierno técnico en Gaza, condiciones que despiertan dudas y resistencias internas.
En Gaza, la población —casi dos millones de habitantes— ha recibido la noticia con una mezcla de alivio y escepticismo. Un líder comunitario local expresó: “Después de años de bombardeos, el silencio es un respiro, pero la reconstrucción parece una promesa lejana”. Las calles, aún marcadas por los escombros, muestran la magnitud del desafío humanitario y social que implica la reconstrucción.
Desde la región, analistas destacan que el acuerdo es el más detallado desde los Acuerdos de Oslo, pero subrayan que no aborda la situación en Cisjordania ni establece plazos claros para el retiro completo de las fuerzas israelíes. Una experta en relaciones internacionales comentó: “El plan tiene ambiciones pragmáticas, pero la falta de claridad en puntos clave puede conducir a un nuevo estancamiento”.
La comunidad internacional observa con cautela. Naciones Unidas y organizaciones humanitarias han comenzado a canalizar ayuda para restablecer servicios básicos, pero advierten que el proceso será lento y vulnerable a retrocesos.
En definitiva, este acuerdo representa un primer paso en un camino tortuoso. No es un punto final, sino un inicio con claroscuros: esperanza para quienes anhelan la paz, incertidumbre para quienes temen que la tregua sea efímera. La historia reciente enseña que la paz en Gaza no se conquista con un solo tratado, sino con la voluntad sostenida de actores enfrentados y la paciencia de una población que ha sufrido demasiado.
Así, la tragedia continúa en un escenario donde la política, la seguridad y la humanidad se enfrentan en un duelo que el mundo observa, expectante y dividido.
2025-10-12