
El incidente ocurrido el 11 de noviembre en el cierre de campaña de Jeannette Jara en Maipú no fue un simple episodio aislado, sino un reflejo de las tensiones que atraviesan el escenario político y social chileno. Durante la actividad, un grupo de asistentes entonó el cántico “el que no salta es paco”, dirigido de manera explícita contra Carabineros de Chile. La reacción de Jara, quien sonrió brevemente ante el canto antes de continuar su discurso, fue el detonante de una ola de críticas públicas por parte de sus adversarios políticos, principalmente José Antonio Kast y Evelyn Matthei.
"A los carabineros se los respeta y protege. No puedes sonreír mientras los insultan. No han aprendido nada", afirmó Evelyn Matthei, exalcaldesa y candidata presidencial, en un mensaje difundido en redes sociales, acompañando un video del momento. Por su parte, José Antonio Kast fue más allá, cuestionando directamente a Jara y a la izquierda en general: "¿Por qué la izquierda odia tanto a Carabineros? Jeannette Jara le debe una disculpa a Carabineros por lo ocurrido en el acto de ayer".
Ambos actores políticos, representantes de sectores conservadores y de derecha, utilizaron el episodio no solo para denunciar un supuesto desprecio hacia la institución policial, sino también para reforzar su narrativa sobre la necesidad de recuperar el orden y la seguridad en el país.
Desde el oficialismo y sectores afines a Jara, la respuesta ha sido más cautelosa. Algunos analistas y voceros han señalado que el cántico refleja un malestar social profundo y una desconfianza histórica hacia Carabineros, institución cuestionada por múltiples denuncias de abusos y violaciones a los derechos humanos, especialmente durante las protestas sociales de 2019.
Una fuente cercana a Jara comentó a este medio que la sonrisa de la candidata no fue una aprobación del cántico, sino un gesto nervioso en un contexto de alta tensión y movilización popular. Sin embargo, esta explicación no ha logrado apaciguar las críticas ni evitar que el tema se transforme en un foco de debate nacional.
Este episodio no puede entenderse sin considerar la historia reciente de Chile, marcada por un fuerte cuestionamiento a Carabineros, especialmente tras las protestas masivas y la crisis social de 2019. La institución ha sido objeto de investigaciones judiciales y reformas, pero también de defensas férreas por parte de sectores conservadores que la ven como garante del orden público.
Por otro lado, la izquierda y movimientos sociales han denunciado reiteradamente prácticas abusivas y han pedido una transformación profunda de las fuerzas de seguridad.
A dos días del incidente, no se ha producido una disculpa formal de Jeannette Jara, lo que mantiene la tensión. La controversia ha servido para evidenciar cómo símbolos y actos en campañas electorales pueden convertirse en detonantes de conflictos más profundos, que trascienden el ámbito electoral y tocan fibras sensibles de la sociedad chilena.
Además, este enfrentamiento ha puesto en evidencia la polarización que caracteriza la política actual, donde cada gesto es interpretado y amplificado en clave de confrontación ideológica.
Lo ocurrido invita a una reflexión sobre la necesidad de superar la fragmentación y la desconfianza mutua entre actores políticos y sociales. Mientras sectores conservadores exigen respeto irrestricto a las instituciones, otros reclaman reformas y reconocimiento de abusos pasados. La sonrisa de Jara ante un cántico ofensivo se convierte así en un símbolo de la compleja relación entre autoridad, ciudadanía y memoria histórica en Chile.
Este episodio, lejos de ser un simple desacierto, desnuda las heridas abiertas que aún persisten y la urgencia de diálogos más profundos y honestos para avanzar hacia una convivencia democrática más sólida y menos confrontacional.
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Fuentes consultadas:
- T13
- La Tercera
- Cambio21
- Declaraciones públicas de José Antonio Kast y Evelyn Matthei en redes sociales
- Análisis de expertos en ciencias políticas y derechos humanos
2025-11-11