
Un premio que no se celebra en las calles, un país dividido entre miedo y esperanza, y una oposición que se fortalece en la clandestinidad. Así se presenta Venezuela tras la concesión del Nobel de la Paz a María Corina Machado, líder opositora que ha recorrido un camino marcado por la represión, la resistencia y la búsqueda de una salida democrática.
El 11 de octubre de 2025, María Corina Machado recibió el Premio Nobel de la Paz por su lucha para lograr una transición justa y pacífica en Venezuela, un país sumido en una crisis política, social y económica sin precedentes. Este reconocimiento internacional llega en un momento en que la oposición venezolana, tras años de intentos electorales, protestas y diálogos fallidos, ha optado por una estrategia de coordinación interna y apoyo externo para enfrentar una estructura criminal que domina el Estado.
Venezuela vive una «invasión» según Machado: presencia de agentes cubanos, iraníes, rusos, terroristas islámicos y carteles de droga que controlan amplias zonas del territorio. La represión estatal ha llevado a que la sociedad civil se organice en la clandestinidad, mientras el gobierno de Nicolás Maduro mantiene un silencio oficial ante el premio Nobel y la presión internacional.
«La invasi f3n ya existe, nosotros lo que necesitamos es una liberaci f3n», afirmó Machado en entrevista con BBC Mundo, subrayando que la verdadera batalla es contra un régimen criminal y no una mera disputa política. La violencia, la pobreza extrema y la desintegración institucional han generado un éxodo de nueve millones de venezolanos, una cifra que refleja la magnitud del colapso.
La posición de Machado, cercana a sectores políticos como el expresidente Donald Trump, defiende un respaldo internacional firme para cortar los flujos de dinero que sostienen al régimen y considera legítima la posibilidad de una acción externa como última instancia. Esto ha generado críticas dentro y fuera del país, donde sectores temen que cualquier intervención pueda profundizar el caos.
«Solo hay dos posiciones: con el pueblo que quiere transición, o con un cartel criminal», sostiene Machado, sin disimular la polarización extrema que atraviesa a Venezuela y sus aliados internacionales. En contraste, voces opositoras al intervencionismo advierten sobre los riesgos de una escalada militar y llaman a fortalecer la presión diplomática y el apoyo a la sociedad civil.
La oposición reconoce errores pasados, especialmente la subestimación de la brutalidad del régimen, y enfrenta ahora el reto de reconstruir un Estado desmantelado. El Producto Interno Bruto venezolano ha caído un 80% en la última década, mientras que las instituciones públicas han sido colonizadas por estructuras criminales.
La incertidumbre sobre las reservas petroleras, el presupuesto nacional y el control real de las fuerzas armadas añade complejidad a cualquier proceso de transición. Sin embargo, la unidad interna y la articulación con actores internacionales dan un halo de esperanza a quienes creen en una salida ordenada.
La historia venezolana se encuentra en una encrucijada donde la lucha por la democracia se mezcla con la amenaza de la violencia y la intervención extranjera. El reconocimiento mundial a María Corina Machado refleja el desgaste del régimen de Maduro y la legitimidad creciente de la oposición, pero también evidencia la fragilidad de un país que vive bajo el terror y la clandestinidad.
La presión internacional, en especial desde Estados Unidos y Europa, se ha endurecido, apuntando a desmantelar la red criminal que sostiene al régimen. Sin embargo, el camino hacia la libertad y la reconstrucción es incierto y plagado de riesgos, donde las decisiones de actores internos y externos definirán el destino de Venezuela y la estabilidad regional.
El espectáculo trágico de Venezuela invita a una reflexión profunda sobre los límites de la acción internacional, la resiliencia ciudadana y las complejidades de enfrentar dictaduras criminales que desdibujan las fronteras entre política y crimen organizado.
2025-10-14