
A nueve días de las elecciones presidenciales y parlamentarias del 16 de noviembre en Chile, un segmento importante del electorado mantiene la incertidumbre: uno de cada cinco votantes aún no sabe o no está seguro de a quién apoyará. Así lo reveló una encuesta del Centro de Estudios Públicos (CEP), difundida el 27 de octubre, antes del período de veda electoral. Esta indecisión no es homogénea y se manifiesta en dos grandes grupos: los llamados desapegados y los desinteresados, cada uno con características sociales, políticas y emocionales muy diferentes.
Los desapegados son personas que no han votado en elecciones anteriores y muestran un bajo interés en la política. En general, tienen una visión pesimista de la democracia y la economía nacional, y en algunos casos simpatizan con regímenes autoritarios. Predominan en este grupo mujeres y adultos mayores de sectores urbanos con menor ingreso. Son más propensos a inclinarse por candidatos como Johannes Kaiser o Franco Parisi, figuras que representan una derecha más radical o alternativa.
Por otro lado, los desinteresados sí participaron en comicios anteriores, pero ahora muestran desafección y poca confianza en los candidatos. Prefieren un liderazgo fuerte que gobierne sin intermediación del Congreso o elecciones, reflejando una indiferencia hacia la forma de gobierno, ya sea democrática o autoritaria. Este grupo, que representa el 56% del total de indecisos, también está compuesto mayoritariamente por mujeres y adultos mayores, con un perfil político que tiende al centro. Aquí se encuentran potenciales votantes para figuras como José Antonio Kast, Evelyn Matthei o Jeannette Jara.
En medio de esta complejidad, la analista Paulina Valenzuela, directora de Datavoz, advierte la existencia de un tercer grupo: los votantes relativos, quienes oscilan entre candidatos, especialmente dentro de la derecha, donde no existe un liderazgo único consolidado. La volatilidad de este segmento añade un nivel de incertidumbre a la contienda.
Un caso emblemático es el de Cristina Anza, una mujer de 75 años de la comuna de Lo Prado, Santiago, que ejemplifica el desapego. Tras años sin votar por desilusión, ahora, con el voto obligatorio, se siente desorientada y rechaza las ofertas de los candidatos, criticando el radicalismo y la falta de propuestas que la convenzan.
La disputa por este electorado indeciso es crucial. “La primera vuelta será como una primaria para la derecha porque, a diferencia del oficialismo representado por Jeannette Jara, no tienen una candidatura única”, señala Valenzuela. El crecimiento sostenido de Johannes Kaiser en las encuestas ha tensionado la contienda, poniendo en duda la presencia de Kast en un eventual balotaje.
Las distintas voces reflejan un país fragmentado y desconfiado. Mientras algunos buscan un liderazgo fuerte y directo, otros rechazan la política tradicional y se sienten desarraigados del sistema democrático. Esta división no solo es política sino también social y generacional.
En conclusión, la radiografía de los indecisos revela verdades incómodas: una parte significativa de la población está desencantada con la política y la democracia, lo que pone en jaque la legitimidad del proceso electoral y la gobernabilidad futura. La alta presencia de mujeres y adultos mayores en este segmento invita a reflexionar sobre las brechas que persisten en la representación y el diálogo político.
La contienda presidencial chilena, lejos de ser solo una lucha entre candidatos, es un espejo de las tensiones sociales y políticas que atraviesan al país. El resultado dependerá no solo del voto decidido, sino también de cómo se movilice y comprenda este vasto grupo que aún no ha definido su camino.
Fuente principal: Centro de Estudios Públicos (CEP), encuesta de octubre de 2025, análisis de Datavoz y entrevistas con expertos.