
Un nuevo capítulo para la política exterior chilena se ha estado escribiendo en estos primeros 100 días desde que el gobierno entrante asumió sus funciones. El 12 de noviembre de 2025, expertos y analistas coincidían en que este periodo inicial sería crucial para definir el sello y la estrategia que Chile adoptaría en el escenario internacional. Más allá de la inmediatez, hoy podemos analizar con perspectiva los movimientos, tensiones y las señales que se han ido consolidando.
Desde el inicio, la prioridad ha sido la consolidación de una agenda regional coherente. La complejidad geopolítica sudamericana, marcada por cambios políticos en Bolivia, Perú y la persistente incertidumbre en Argentina, ha obligado a Chile a poner especial atención en sus vecinos. En efecto, la demanda por mayor seguridad fronteriza y control del crimen organizado ha impulsado una agenda de coordinación más firme entre países, aunque no exenta de fricciones.
Desde sectores políticos diversos, la mirada sobre esta prioridad difiere. Un analista de centroizquierda señaló que "la cooperación regional es indispensable para enfrentar desafíos comunes, pero debe respetar las soberanías y evitar que Chile se convierta en un actor subordinado a intereses externos". Por otro lado, voces conservadoras enfatizan que la seguridad debe ser la piedra angular, incluso proponiendo mayor involucramiento militar para controlar flujos migratorios y actividades ilícitas.
Chile se encuentra en la encrucijada de mantener relaciones comerciales fluidas con China, el principal socio económico, mientras intenta recomponer un vínculo diplomático y político más cercano con Estados Unidos. El nuevo gobierno ha adoptado un discurso que reconoce a China como un socio estratégico para los negocios, pero destaca a Estados Unidos como un aliado fundamental en valores y seguridad.
Este enfoque ha generado debates intensos. Sectores progresistas advierten sobre los riesgos de alinearse demasiado con Washington, recordando episodios pasados de intervencionismo. En contraste, sectores empresariales y diplomáticos subrayan que la relación con Estados Unidos es clave para la estabilidad y la inserción de Chile en tratados multilaterales.
Uno de los hitos que marcó la agenda fue la postulación de la exPresidenta Michelle Bachelet a un alto cargo en Naciones Unidas. Desde entonces, el gobierno ha evaluado con cautela las posibilidades reales de éxito de esta candidatura. Mientras algunos sectores la ven como una oportunidad para reposicionar a Chile en la escena global, otros la consideran un gesto simbólico sin mayor impacto práctico.
Quizás uno de los mayores retos ha sido cómo comunicar y actuar en política exterior sin caer en discursos que suenen anacrónicos. Como señaló un académico experto en relaciones internacionales, "la clave está en adaptar el multilateralismo y el respeto al derecho internacional a una narrativa que conecte con los intereses concretos y actuales del país". Esto implica un pragmatismo que no renuncia a los valores, pero que busca traducirlos en acciones tangibles y beneficiosas para Chile.
Tras estos primeros 100 días, podemos afirmar que:
- La política exterior chilena ha reafirmado su enfoque regional, aunque con desafíos para lograr una coordinación efectiva ante la heterogeneidad política de los vecinos.
- La relación con Estados Unidos y China continúa siendo un delicado acto de equilibrio, con señales de un pragmatismo que prioriza intereses económicos y de seguridad.
- Las narrativas tradicionales de multilateralismo y cooperación internacional están siendo revisadas para adecuarse a un contexto global más volátil y competitivo.
- La candidatura de Bachelet a la ONU simboliza el deseo de Chile de mantener protagonismo internacional, aunque su resultado dependerá de factores externos y del apoyo diplomático que logre consolidar.
En definitiva, el nuevo gobierno ha comenzado a trazar un camino que, aunque aún en construcción, refleja las tensiones y esperanzas de un Chile que busca su lugar en un mundo en transformación. La política exterior, lejos de ser un mero adorno, se presenta como un terreno donde se juegan la credibilidad y la capacidad de influencia del país en el mediano y largo plazo.
2025-11-11