
Una sombra creciente sobre la tierra
Desde 1996, la superficie terrestre ha enfrentado un aumento en la duración y severidad de las sequías, afectando casi la mitad del planeta. Un experimento internacional, liderado por la Universidad Estatal de Colorado y con participación de más de 170 científicos, ha revelado cómo estos eventos extremos están erosionando la cobertura vegetal en ecosistemas clave que sostienen la vida y la economía global.
El International Drought Experiment (IDE) ha aplicado sequías artificiales en 74 sitios distribuidos desde las sabanas africanas hasta las estepas siberianas, pasando por la pampa argentina y los matorrales mediterráneos. La metodología consistió en interceptar parte de la lluvia para simular condiciones que antes se daban una vez cada siglo, pero que ahora se vuelven más comunes por el cambio climático.
Un mosaico de respuestas y resistencias
La diversidad ecológica es la primera sorpresa: ecosistemas como los pastizales húmedos del Pirineo muestran resiliencia, manteniendo su productividad primaria incluso tras cuatro años de sequía severa. En contraste, zonas áridas como Ciempozuelos (España) experimentan un colapso en el reclutamiento de nuevas plantas, con adultos que mueren sin reemplazo, señal clara de degradación irreversible.
En Ayora (Valencia), otro ecosistema mediterráneo, la vegetación ha resistido mejor, aunque ya se detectan alteraciones en procesos ecológicos fundamentales como el crecimiento radicular y la descomposición de materia orgánica, anticipando posibles colapsos futuros.
“Si la sequía es moderada, muchos ecosistemas logran aclimatarse. Pero si es extrema y prolongada, el ecosistema no se recupera, sino que se degrada progresivamente”, explica Fernando T. Maestre, experto mundial en desertificación.
El impacto en la biosfera y la sociedad
La producción primaria, base de la cadena alimentaria y del almacenamiento de carbono, se reduce en promedio un 29% tras un año de sequía extrema, y hasta un 77% cuando la sequía se extiende a tres años o más. Esto no solo afecta a las plantas, sino también a herbívoros, suelos y, en última instancia, al clima global.
En Colorado, un caso emblemático mostró una desertificación severa tras años de sequía, con una reducción del 98% en biomasa aérea y alteraciones profundas en la estructura del suelo, que persistieron incluso después de tres años de recuperación.
Perspectivas encontradas y urgencia de acción
Desde la comunidad científica, la evidencia es clara y preocupante. Sin embargo, las respuestas políticas y sociales varían. En regiones con mejor capacidad de adaptación, se promueven estrategias de manejo sostenible y restauración. En otras, la falta de recursos y políticas adecuadas agrava el deterioro.
El reciente Congreso de Fondos Ambientales en América Latina y el Caribe, celebrado en Chile, destacó la necesidad de financiamiento a largo plazo para áreas protegidas y la integración de empresas en soluciones basadas en la naturaleza, buscando un impacto positivo neto.
“¿No parece increíble que el mundo esté más interesado en conservar nuestros ecosistemas que nosotros mismos?”, reflexiona Sylvia Eyzaguirre, investigadora del CEP.
Conclusiones y verdades ineludibles
La evidencia acumulada confirma que las sequías extremas y prolongadas, impulsadas por el cambio climático, están transformando ecosistemas vitales y poniendo en jaque la biodiversidad global. La variabilidad de respuestas muestra que no todos los territorios están igualmente preparados para enfrentar este desafío.
Los puntos de inflexión detectados sugieren que, una vez superados ciertos umbrales, la desertificación puede ser irreversible, con consecuencias ecológicas, económicas y sociales profundas.
Este conocimiento no solo exige una acción coordinada y urgente para mitigar el cambio climático, sino también para financiar y fortalecer la conservación, restauración y adaptación de ecosistemas a nivel global y local.
En definitiva, la aridez que se cuela en la mitad de la superficie terrestre es un llamado a repensar nuestra relación con la naturaleza, antes de que el verde que sostiene la vida se desvanezca para siempre.
2025-10-14