
El martes 11 de noviembre de 2025 quedó marcado como la jornada en que la campaña presidencial chilena exhibió con crudeza su fractura social y política. Por un lado, Jeannette Jara congregó a más de 15 mil personas en la Plaza de Maipú, su barrio natal, con un acto que buscó levantar un mensaje de unidad y esperanza. Por otro, José Antonio Kast llenó el Movistar Arena con más de 14 mil asistentes, desplegando un discurso nacionalista y crítico hacia el Gobierno de Gabriel Boric.
El contraste entre ambos cierres no fue sólo geográfico sino conceptual. Jara, arropada por música en vivo y un público mayoritariamente joven, planteó un llamado a dejar atrás el miedo y el odio: "Chile es una sola patria, no todos se quieren igual, pero no por eso dejamos de ser familia". Su discurso enfatizó la justicia social, la reforma para levantar el secreto bancario y un combate frontal al crimen organizado basado en la transparencia.
En cambio, Kast optó por un montaje que evocaba campañas internacionales de derecha populista, con un escenario cargado de símbolos patrios y una narrativa que vinculó directamente los problemas del país —desempleo, listas de espera, violencia— con la gestión oficialista: "El desempleo es Jara, las listas de espera son Jara, el caso Monsalve es Jara". Su llamado fue a recuperar un Chile que, según él, está amenazado por la inseguridad y la migración ilegal.
La presencia de tres alcaldes de Chile Vamos en el acto de Kast reforzó la lectura de un acercamiento táctico dentro de la derecha, mientras que en Maipú el alcalde Tomás Vodanovic respaldó el mensaje progresista: "Sembrar el miedo puede servir para ganar elecciones, pero no para construir países".
Sin embargo, la jornada no estuvo exenta de polémicas. Durante el acto de Jara, se escucharon cánticos contra Carabineros como 'El que no salta es paco', que Kast y Evelyn Matthei aprovecharon para emplazar a la candidata oficialista a disculparse. Jara respondió con un llamado a la convivencia democrática y rechazó las descalificaciones: "Lamento José Antonio que utilices un lenguaje lleno de ofensas y descalificaciones. Tenemos diferencias, pero todos merecemos respeto".
Este intercambio refleja la tensión que atraviesa el electorado chileno, donde la polarización no sólo se expresa en los discursos, sino también en las emociones y la simbología que movilizan a sus seguidores.
Desde una perspectiva regional, el cierre en Maipú fue interpretado como un reagrupamiento de la centroizquierda en territorios populares, mientras que el acto en Santiago Centro y la llegada masiva de buses al Movistar Arena evidencian la capacidad de movilización del sector conservador y republicano.
En la arena política, las campañas de Jara y Kast representan dos visiones irreconciliables sobre el futuro de Chile: una basada en la inclusión y la justicia social, otra en la seguridad, el orden y el nacionalismo. La disputa no sólo es electoral, sino existencial para muchos ciudadanos.
Conclusiones y consecuencias visibles:
- La campaña presidencial chilena llega a su recta final con una sociedad profundamente dividida, donde la unidad es un ideal difícil de alcanzar.
- Las estrategias discursivas y simbólicas de ambos candidatos muestran una creciente radicalización que podría profundizar la polarización post-elecciones.
- La controversia por los cánticos contra Carabineros y las respuestas cruzadas evidencian la fragilidad del diálogo democrático y la necesidad de un debate político más respetuoso.
- El papel de los actores municipales y regionales comienza a cobrar relevancia como indicadores de tendencias y posibles coaliciones futuras.
En definitiva, el escenario político chileno se presenta como un coliseo donde las pasiones y convicciones chocan con fuerza, dejando a la ciudadanía como expectadora de una tragedia que, más que ajena, es espejo de sus propias fracturas y desafíos.
Fuentes: El Mostrador, Cambio21, Agencia UNO.
2025-11-11