Inversión minera en América Latina: Chile lidera con predominio de proyectos maduros, mientras Argentina apuesta por la expansión

Inversión minera en América Latina: Chile lidera con predominio de proyectos maduros, mientras Argentina apuesta por la expansión
Economía
Minería y Energía
2025-11-13
Fuentes
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- Chile domina la inversión minera regional con US$ 83 mil millones, pero solo un 20% corresponden a proyectos nuevos.

- Argentina emerge con un boom greenfield que podría transformar su producción en la próxima década.

- La tensión entre mantenimiento y expansión revela desafíos estructurales y oportunidades de colaboración en la industria.

Un ciclo minero en tensión: madurez contra expansión

América Latina se prepara para recibir una inversión minera estimada en US$ 239 mil millones entre 2024 y 2033, según un análisis de PwC elaborado por Carlos Rivas y Germán Millán. Sin embargo, la distribución de estos fondos refleja un choque entre modelos: mientras Chile y Perú concentran el grueso en proyectos brownfield —la modernización y reaprovechamiento de faenas existentes—, Argentina apuesta por un ambicioso despliegue de proyectos greenfield, es decir, iniciativas nuevas y de mayor riesgo.

En Chile, solo un 20% de los US$ 83.181 millones proyectados son para nuevos emprendimientos. Este rezago greenfield se atribuye a un ritmo insuficiente de exploración y a una competencia creciente por capital frente a polos emergentes en la región. La apuesta chilena, entonces, se orienta a capitalizar activos maduros, optimizando su producción ante la realidad de leyes minerales decrecientes y un contexto regulatorio más previsible.

“Los proyectos brownfield tienden a presentar menores riesgos regulatorios, tiempos más acotados para la obtención de permisos y una mayor capacidad de apalancamiento operativo”, explican los expertos, destacando que la infraestructura, institucionalidad y capital humano de Chile favorecen esta reinversión.

Por su parte, Argentina concentra un 70% de su Capex minero en proyectos greenfield, impulsados por distritos como Vicuña, con iniciativas emblemáticas como Filo del Sol, Josemaría, Mara y El Pachón. Estos proyectos podrían elevar la producción anual de cobre a 1,2 millones de toneladas en una década, un salto equivalente a un quinto de la producción actual chilena. Sin embargo, esta expansión conlleva mayores riesgos, desde la gestión territorial hasta el relacionamiento con comunidades y la infraestructura necesaria.

“Son proyectos de alto potencial, pero también de mayor riesgo, que exigen capacidades avanzadas de relacionamiento con comunidades, infraestructura y gestión territorial”, advierten Rivas y Millán. En este escenario, la experiencia y conocimiento técnico chileno aparecen como un recurso estratégico para acelerar el desarrollo greenfield en países vecinos, replicando un modelo que Perú ha aplicado históricamente.

Brasil, aunque sin detallar el tipo de inversión, suma esfuerzos mediante un fondo de minerales críticos por US$ 185 millones, buscando fortalecer su presencia en el mercado cuprífero.

Perspectivas encontradas y desafíos estructurales

Este panorama genera una disonancia constructiva: la madurez y estabilidad de Chile frente a la pujanza y riesgos de la expansión argentina. La industria minera latinoamericana enfrenta así un dilema crucial: equilibrar el mantenimiento de activos existentes para asegurar la producción actual, mientras se impulsa la exploración y desarrollo de nuevos proyectos que garanticen la sostenibilidad a largo plazo.

“El sello distintivo del nuevo ciclo latinoamericano será la optimización del Capex, donde los joint venture emergen como una fórmula efectiva para gestionar riesgos en inversiones greenfield”, reflexionan los autores. En este contexto, las alianzas entre mineras se perfilan como vehículos clave para apalancar la inversión y compartir desafíos técnicos, sociales y regulatorios.

Desde la perspectiva social, la expansión minera, especialmente en zonas menos desarrolladas, despierta inquietudes por el impacto ambiental y la relación con comunidades indígenas y locales. La experiencia chilena en gestión territorial y responsabilidad social corporativa se vuelve un referente, aunque no exento de críticas y demandas de mayor participación ciudadana.

Conclusiones y consecuencias visibles

La inversión minera proyectada para la próxima década en América Latina es histórica, pero con una concentración marcada en Chile y Perú en proyectos brownfield, y un auge greenfield en Argentina que redefine el mapa minero regional. Este contraste no solo revela diferencias en madurez y riesgo, sino también desafíos para la sostenibilidad social y ambiental.

El futuro del sector dependerá de la capacidad de los países para gestionar estos desafíos, equilibrando la seguridad productiva con la innovación y la expansión responsable. La cooperación regional, la transferencia de conocimientos y las alianzas estratégicas aparecen como elementos indispensables para enfrentar un ciclo minero que se juega entre la continuidad y la transformación.

En definitiva, el coliseo minero latinoamericano presenta dos bandos en pugna: la estabilidad madura de Chile y Perú, y la audacia expansiva de Argentina, con Brasil en busca de su lugar. El espectador atento debe mirar más allá de los números y entender que detrás de cada inversión están tensiones políticas, sociales y ambientales que definirán el destino de una región clave para la economía global.