
Dos años de conflicto devastador entre Israel y Hamás parecen haber encontrado un punto de inflexión con la aprobación, el 9 de octubre de 2025, del acuerdo inicial de paz por parte del gabinete israelí. Ese día, el gobierno liderado por Benjamín Netanyahu dio luz verde a un "esquema" que contempla la liberación de todos los rehenes israelíes retenidos en Gaza y la retirada parcial de tropas israelíes, abriendo la puerta a un alto el fuego.
Sin embargo, esta tregua es apenas un primer acto en un drama aún inconcluso, marcado por múltiples tensiones y perspectivas contrapuestas.
Para Israel, la aprobación representa un paso estratégico para detener una guerra que ha cobrado decenas de miles de vidas palestinas y ha dejado a Gaza en ruinas. Desde la mirada oficial, la liberación de rehenes y el fin de las hostilidades son un imperativo humanitario y político.
"Este acuerdo es un paso crucial para la seguridad de Israel y la estabilidad regional", declaró un portavoz gubernamental.
Por otro lado, Hamás, considerado grupo terrorista por la Unión Europea y otros actores internacionales, se posiciona en un escenario donde la retirada israelí y el intercambio de prisioneros son victorias tácticas, aunque no se ha comprometido a desarmarse ni a cambios políticos estructurales.
Estados Unidos, bajo la administración de Donald Trump, ha desplegado 200 militares en Medio Oriente para supervisar la tregua, junto a fuerzas de Egipto, Catar, Turquía y posiblemente Emiratos Árabes Unidos. Su función es monitorear el cumplimiento del alto el fuego y evitar incidentes entre las partes en conflicto.
Este despliegue ha generado suspicacias desde sectores palestinos y regionales que temen una nueva forma de ocupación o presión externa. Para Israel, en cambio, la presencia internacional es un respaldo necesario para asegurar la paz.
En Israel, la opinión pública está dividida. Mientras algunos celebran el fin de la guerra y la liberación de rehenes, otros temen que el acuerdo sea un espejismo que no resolverá la raíz del conflicto ni garantizará la seguridad a largo plazo.
En Gaza y territorios palestinos, el descontento persiste, con sectores que denuncian que la tregua no aborda la crisis humanitaria ni el bloqueo que asfixia la economía y la vida cotidiana.
La guerra, iniciada con el ataque de Hamás a Israel el 7 de octubre de 2023, ha dejado una herida profunda y un escenario de destrucción masiva. El acuerdo inicial de paz es, sin duda, un avance para detener la violencia inmediata, pero no ha resuelto las tensiones históricas, las disputas territoriales ni las demandas políticas de ambos lados.
Este pacto es más un alto en el camino que un final definitivo. La desconfianza mutua, las heridas abiertas y las presiones internas y externas seguirán moldeando el destino de esta región convulsa.
En definitiva, la tregua aprobada es una oportunidad para replantear las bases de un diálogo genuino, aunque el futuro, por ahora, permanece en suspenso, expectante ante la actuación de sus protagonistas y la vigilancia de la comunidad internacional.
2025-11-05