Hamás y la entrega de cadáveres: un capítulo que revela más que un acuerdo de paz

Hamás y la entrega de cadáveres: un capítulo que revela más que un acuerdo de paz
Actualidad
Internacional
2025-11-14
Fuentes
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- Entrega parcial de cadáveres: un gesto que abre heridas y tensiones aún no resueltas.

- Dilema estratégico de Hamás: entre mantener su arsenal y cumplir con acuerdos internacionales.

- Israel y la presión política: la devolución como moneda de cambio en un conflicto sin fin.

Un cadáver entregado, cinco aún pendientes. El 8 de noviembre de 2025, Hamás entregó el cuerpo de Lior Rudaeff, un rehén israelí-argentino asesinado en 2023 durante la ofensiva en Gaza. Este acto, más simbólico que definitivo, ha desatado una serie de reacciones que reflejan la complejidad del conflicto y la fragilidad de la tregua vigente.

Rudaeff, chofer de ambulancia y figura conocida por su doble nacionalidad, se convierte en el rostro tangible de las víctimas atrapadas en un conflicto que parece no encontrar fin. “No transigiremos en este punto, y no escatimaremos ningún esfuerzo hasta que hayamos traído a todos los rehenes, hasta el último”, declaró el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, evidenciando la presión política interna y externa que enfrenta su gobierno.

Sin embargo, la entrega de cadáveres no es un acto aislado ni gratuito. Forma parte del acuerdo de tregua firmado el 10 de octubre de 2025, que contempla la devolución de restos de rehenes y un canje de vivos por presos palestinos. A la fecha, faltan cinco cadáveres por entregar, cuatro israelíes y un tailandés, según fuentes militares israelíes y confirmaciones indirectas de Hamás.

Desde Gaza, el grupo islamista sostiene que la demora se debe a que muchos cuerpos permanecen sepultados bajo los escombros, un argumento que, aunque plausible, no apacigua las críticas. “Estamos en una fase delicada donde la entrega de restos es tanto un acto humanitario como una jugada política”, apunta Yossi Mekelberg, experto en Oriente Medio de la Universidad Regent de Londres.

Este episodio se inserta en un contexto más amplio: la reciente tregua y el plan de paz impulsado por Estados Unidos, que exige a Hamás un desarme progresivo y la cesión de control a un gobierno tecnocrático supervisado internacionalmente. El dilema de Hamás radica en aceptar estas condiciones sin garantías claras de un Estado palestino soberano y sin perder su base de poder en Gaza.

Distintas voces palestinas reflejan esta tensión. Mohammed Nazzal, líder en el exilio, condiciona el desarme a la naturaleza del proyecto internacional, mientras Basem Naim insiste en que las armas son un derecho legítimo de resistencia hasta la creación de un Estado que garantice la defensa.

Por otro lado, Israel, liderado por Netanyahu, endurece sus posiciones, rechazando la creación de un Estado palestino y presionando por un desarme total de Hamás, lo que alimenta la incertidumbre y la fragilidad del alto el fuego.

La entrega del cadáver de Rudaeff, más que un cierre, representa un punto de inflexión que desnuda las contradicciones y desafíos aún pendientes. “Este es un capítulo de una tragedia que no termina, donde la política, la guerra y la humanidad se entrecruzan dolorosamente”, concluye Mekelberg.

En definitiva, la devolución parcial de cadáveres pone en evidencia que la guerra no ha terminado en sus efectos ni en sus heridas. La tregua, aunque vigente, es un delicado equilibrio que puede quebrarse con la falta de avances sustantivos en el diálogo político y la justicia para las víctimas. Mientras tanto, las familias esperan, los gobiernos negocian, y el pueblo palestino e israelí siguen atrapados en una historia que aún no encuentra su desenlace.