
Un país bajo asedio múltiple. En los últimos meses, Chile ha enfrentado una serie de robos que, aunque diversos en su naturaleza, revelan una problemática común: la creciente sensación de inseguridad y la dificultad para contener el delito en distintos ámbitos. Entre 2021 y 2025, al menos 237 ampollas de fentanilo han sido sustraídas de hospitales, Cesfam y servicios de urgencia, según un detallado informe de CIPER Chile. Este opioide, entre 50 y 100 veces más potente que la morfina, se ha convertido en un objeto codiciado para el narcotráfico y la venta ilegal, con casos que involucran incluso a funcionarios de salud como responsables o facilitadores del hurto.
Más allá del mundo sanitario, la percepción ciudadana también refleja un clima de inseguridad creciente. Un estudio de Fundación Paz Ciudadana, realizado por Ipsos, señala que un 35% de los hogares chilenos ha sido víctima de robo o intento de robo en los últimos seis meses. Aun cuando esta cifra se mantiene estable en comparación con años anteriores, la fundación advierte que el temor a la violencia y al homicidio se incrementa, con un 23,8% de encuestados que considera probable ser víctima de asesinato en el próximo año.
En paralelo, la delincuencia organizada no solo se limita a hurtos menores. El 4 de octubre, un robo millonario en la comuna de La Reina terminó con ladrones que escaparon con joyas y tres vehículos valuados en 180 millones de pesos. La investigación policial aún no ha logrado identificar a los responsables, lo que suma a la sensación de impunidad.
Este caso se inscribe en una tendencia más amplia: el robo de vehículos sigue en aumento, afectando especialmente a modelos como Toyota Hilux, RAV4 y Mitsubishi L200, los más sustraídos entre septiembre de 2024 y agosto de 2025. En agosto de este año se reportaron 1.262 robos de vehículos asegurados, un promedio de 41 diarios, y la cifra representa un alza de 2,3% respecto al mes anterior. Aunque la serie anual muestra una ligera disminución desde 2022, el aumento mensual y la concentración en modelos específicos plantean desafíos para la prevención y recuperación.
Desde las autoridades, las respuestas han sido diversas pero insuficientes para frenar la ola delictiva. En el ámbito hospitalario, sumarios y destituciones han marcado algunos casos, pero la persistencia de robos indica fallas en los controles internos y la necesidad de un enfoque integral que considere la vulnerabilidad del sistema de salud.
En el plano ciudadano, la percepción de inseguridad alimenta demandas por políticas públicas más efectivas y una mayor presencia policial, aunque la confianza en instituciones políticas y judiciales sigue siendo baja, contrastando con una valoración relativamente mejor de Carabineros y la PDI.
Este escenario complejo invita a una reflexión profunda: no se trata solo de cifras, sino de la experiencia cotidiana de miles de familias que ven vulnerados sus derechos y su tranquilidad. La multiplicidad de ámbitos afectados —desde la salud hasta el patrimonio y la vida cotidiana— exige que las soluciones sean igualmente integrales, combinando prevención, justicia efectiva y políticas sociales que aborden las causas estructurales del delito.
Chile enfrenta hoy un desafío que va más allá del robo: es una prueba de su capacidad para proteger a sus ciudadanos y sus bienes, y para restaurar la confianza en sus instituciones. La historia reciente muestra que el delito se adapta y aprovecha las debilidades del sistema, por lo que la respuesta debe ser igualmente dinámica, rigurosa y plural, involucrando a todos los actores sociales.
Fuentes: CIPER Chile (2025-10-23), Fundación Paz Ciudadana / Ipsos (2025-10-09), Cooperativa.cl (2025-10-04 y 2025-10-01).