Israel y Hamás: ¿Qué significa el alto al fuego tras dos años de guerra?: Un pacto que desafía certezas y abre heridas

Israel y Hamás: ¿Qué significa el alto al fuego tras dos años de guerra?: Un pacto que desafía certezas y abre heridas
Internacional
Medio Oriente
2025-11-14
Fuentes
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- Cese de hostilidades tras dos años de conflicto devastador

- Liberación de rehenes y presos como moneda de cambio

- Tensiones internas y regionales que persisten más allá del acuerdo

Dos años y más de devastación en Gaza culminaron el 9 de octubre con un inesperado alto el fuego entre Israel y Hamás, un acuerdo que ha dejado al mundo en una mezcla de alivio y escepticismo.

El pacto, anunciado tras intensas negociaciones en Sharm el-Sheij y con la mediación de Estados Unidos y Egipto, estableció un cese de hostilidades que entró en vigor inmediatamente. Este hito, el primero desde el inicio del conflicto, ha significado la promesa de liberar a 48 rehenes palestinos a cambio de la puesta en libertad de casi 2.000 presos palestinos y un aumento en la ayuda humanitaria a Gaza.

Desde el lado israelí, el primer ministro Benjamín Netanyahu sostuvo que este acuerdo representa una 'victoria nacional y moral', aunque no sin reconocer las tensiones internas. El ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, ultranacionalista, se negó a respaldar el pacto, reflejando divisiones profundas dentro del gobierno israelí.

Por su parte, Hamás, con respaldo de Irán, enfrenta la presión de devolver a los rehenes, de los cuales se cree que solo 20 permanecen vivos, en un gesto que ha sido interpretado tanto como una muestra de debilidad como una apuesta estratégica para aliviar el bloqueo y la crisis humanitaria en Gaza.

Perspectivas en choque

Desde la óptica israelí, el acuerdo es una tregua pragmática, necesaria para detener la sangría humana y la inestabilidad que ha afectado al país y a la región. Sin embargo, voces ultranacionalistas advierten que la liberación de presos podría fortalecer a Hamás y sentar un precedente peligroso para futuras negociaciones.

“No podemos permitir que la presión internacional dicte nuestra seguridad nacional,” afirmó Smotrich, reflejando el temor a que la tregua sea temporal y que Hamás aproveche para rearmarse.

En Gaza y la comunidad palestina, el acuerdo es recibido con cautela y esperanza. La población, que ha sufrido bombardeos y bloqueos, ve en la liberación de presos y la ayuda internacional un respiro necesario, aunque el futuro político y social sigue siendo incierto.

Activistas y organizaciones humanitarias destacan que la crisis estructural en Gaza no se resuelve con un alto el fuego, sino que requiere un cambio profundo en las políticas de bloqueo, reconstrucción y derechos humanos.

El papel de la mediación internacional

Estados Unidos y Egipto jugaron un rol central en facilitar el diálogo, con la propuesta impulsada por el entonces presidente Donald Trump como base para las negociaciones. Este hecho marca un cambio en la dinámica regional, donde actores externos vuelven a posicionarse como árbitros, aunque con intereses propios.

Expertos señalan que el acuerdo podría ser una ventana para retomar conversaciones de paz, pero advierten que sin un compromiso claro de ambas partes y la comunidad internacional, la tregua podría ser solo un paréntesis.

Constataciones y consecuencias visibles

La guerra dejó decenas de miles de muertos y una Gaza desvastada. Este acuerdo, aunque frágil, ofrece un respiro y una oportunidad para replantear las estrategias de seguridad y diplomacia en Medio Oriente.

No obstante, las tensiones internas en Israel, la incertidumbre sobre la situación de los rehenes y la persistente crisis humanitaria en Gaza evidencian que la paz está lejos de ser consolidada.

La historia reciente muestra que los acuerdos de alto el fuego sin un marco político sólido tienden a ser temporales. La verdadera prueba será si este pacto se traduce en avances duraderos para la población civil y en una transformación del conflicto que ha marcado la región por décadas.

Mientras tanto, la comunidad internacional observa con atención, consciente de que el coliseo del conflicto sigue abierto, y que las heridas de esta tragedia continúan latiendo bajo la aparente calma.