Tensiones en el Caribe: maniobras militares de EE.UU. y despliegues venezolanos en juego

Tensiones en el Caribe: maniobras militares de EE.UU. y despliegues venezolanos en juego
Internacional
América Latina
2025-11-14
Fuentes
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- Ejercicios militares estadounidenses en Puerto Rico con desembarcos y simulacros de infiltración.

- Respuesta venezolana con despliegues costeros y movilización de milicias.

- Presión encubierta de EE.UU. con acciones de la CIA, elevando la crisis regional.

El Caribe como escenario de un pulso militar y político que ha ido escalando en las últimas semanas. El 1 de noviembre de 2025, el Pentágono confirmó maniobras de desembarco e infiltración realizadas por el Cuerpo de Marines de Estados Unidos en Puerto Rico, en un contexto de creciente preocupación por un posible ataque sobre Venezuela. Estas maniobras, que incluyeron el despliegue de aerodeslizadores LCAC, helicópteros UH-1Y y aeronaves Apache, fueron justificadas oficialmente como ejercicios para desarticular el tráfico ilícito de drogas y proteger la seguridad nacional estadounidense.

Desde Caracas, la respuesta no se hizo esperar. El 8 de octubre, el presidente Nicolás Maduro anunció nuevos despliegues militares en las costas de La Guaira y Carabobo, dentro de la llamada Operación Independencia 200. Milicias populares y fuerzas armadas reforzaron la vigilancia en rutas marítimas, terrestres y aéreas, con el propósito declarado de resistir cualquier agresión y proteger infraestructuras críticas. El ministro del Interior, Diosdado Cabello, denunció que las maniobras estadounidenses esconden intenciones de cambio de régimen bajo el pretexto de la lucha antidrogas, recordando que el narcotráfico también circula por el Pacífico, donde EE.UU. no despliega fuerzas con igual intensidad.

A esta dinámica se suma un factor menos visible pero igualmente crucial: la autorización por parte del expresidente estadounidense Donald Trump, dada a conocer el 15 de octubre, para que la CIA realice acciones encubiertas dentro de Venezuela. Según reportes de medios internacionales como ‘The New York Times’, esta medida intensifica la presión sobre el régimen de Maduro y forma parte de una estrategia multifacética que combina operaciones clandestinas, sanciones y despliegues militares en la región.

Diversas miradas sobre el conflicto evidencian la complejidad de la situación. Desde el punto de vista estadounidense, los ejercicios y operaciones buscan proteger la seguridad hemisférica y combatir el narcotráfico que afecta a ambos lados de la frontera. En contraste, el gobierno venezolano y sus aliados interpretan estas acciones como una agresión directa, una amenaza a su soberanía y un preludio a intervenciones más profundas.

En la región, las reacciones oscilan entre la preocupación por un posible conflicto armado y la crítica a la escalada militar que podría desestabilizar aún más un Caribe ya tensionado por factores políticos, económicos y sociales. Organismos internacionales y expertos en seguridad advierten que la retórica belicista y las maniobras militares incrementan el riesgo de incidentes involuntarios que podrían derivar en enfrentamientos abiertos.

“La militarización del Caribe no solo afecta a Venezuela y Estados Unidos, sino que pone en jaque la estabilidad regional que ya sufre múltiples crisis”, señala la analista regional Ana María Rodríguez, destacando la necesidad de canales diplomáticos y diálogo para evitar un desenlace trágico.

Tras semanas de maniobras, despliegues y operaciones encubiertas, la verdad que emerge es clara: la región se encuentra atrapada en un juego de poder donde cada movimiento militar alimenta la desconfianza y el riesgo de conflicto. La estrategia estadounidense combina presión visible y clandestina para debilitar al régimen venezolano, mientras Caracas se prepara para resistir y denunciar lo que considera una agresión imperial.

La consecuencia inmediata es un aumento palpable de la tensión en el Caribe, con comunidades costeras en alerta y gobiernos vecinos observando con cautela. A mediano plazo, esta dinámica podría afectar la cooperación regional en seguridad, migración y economía, profundizando las divisiones y dificultando soluciones pacíficas.

En definitiva, el escenario actual no es solo un enfrentamiento militar, sino una tragedia en desarrollo donde la soberanía, la seguridad y la estabilidad regional se juegan en un tablero de maniobras, espionaje y discursos confrontacionales que aún no encuentran salida clara.