
Un escenario de tensión y expectación domina la campaña presidencial chilena a un mes de la elección. Desde septiembre, José Antonio Kast ha optado por evitar entrevistas y debates televisivos de alta audiencia, una decisión que ha generado un fuerte rechazo público y político. Esta estrategia, lejos de pasar inadvertida, provocó una reacción contundente desde el comando de Evelyn Matthei, que ha marcado la pauta en la ofensiva comunicacional contra el candidato republicano.
El 7 de octubre, Kast canceló su participación en programas emblemáticos como "Car-Curo a La Moneda" y "El Candidato", además de declinar una entrevista organizada por la Fundación Chile Mujeres y El Mercurio. Esta actitud ha sido interpretada por sus detractores como una falta de voluntad para enfrentar a la prensa y, por extensión, a la ciudadanía.
Juan Antonio Coloma (UDI) expresó en conferencia de prensa: "¿Cómo va a enfrentar los problemas cuando sean problemas graves? Nos llama profundamente la atención que el candidato Kast decida no ir, no enfrentar a los medios". La crítica apunta a un posible déficit de transparencia y valentía política en momentos decisivos.
Desde el equipo de Evelyn Matthei, la estrategia ha sido clara: cuestionar la ausencia de Kast en espacios de debate y subrayar la necesidad de respuestas concretas. Luciano Cruz-Coke (Evópoli) comparó esta postura con la de la candidata oficialista Jeannette Jara, quien también ha privilegiado la gira territorial sobre debates, pero enfatizó la importancia de "enfrentar a la ciudadanía con valentía".
El diputado Andrés Jouannet (Amarillos) fue aún más directo al señalar que la negativa de Kast para enfrentar preguntas difíciles se traduce en dudas sobre su capacidad para abordar problemas complejos como el crimen organizado o la deuda pública.
En regiones, la percepción sobre este pulso comunicacional es ambivalente. Sectores más conservadores valoran la prudencia de Kast para evitar polémicas que podrían desgastarlo, mientras que comunidades urbanas y jóvenes demandan mayor transparencia y diálogo directo con los candidatos.
Analistas políticos consultados por medios locales coinciden en que esta dinámica refleja un fenómeno global: la creciente desconfianza hacia los formatos tradicionales de debate y la búsqueda de estrategias mediáticas que controlen la narrativa.
A cinco semanas de la elección, la campaña presidencial chilena se caracteriza por un desgaste comunicacional y una polarización que trasciende los contenidos programáticos para centrarse en la forma de hacer política. La decisión de Kast de evitar entrevistas no ha logrado silenciar las críticas; por el contrario, ha amplificado las dudas sobre su disposición para el diálogo abierto.
Por su parte, Matthei y su comando han encontrado en esta postura un argumento para presentarse como la opción que enfrenta con valentía la prensa y, por ende, los desafíos del país.
Este episodio deja en evidencia que, más allá de propuestas y slogans, la percepción pública sobre la capacidad de los candidatos para enfrentar la realidad política y social pasa también por su disposición a exponerse y responder en espacios de alto escrutinio.
En definitiva, el pulso entre silencio y confrontación mediática configura un capítulo crucial para entender no solo la campaña actual, sino también las expectativas ciudadanas sobre la transparencia y la responsabilidad política en Chile.