Chile frente a la incesante danza sísmica: ¿Estamos preparados para el próximo gran terremoto?: La normalidad del temblor y la urgencia de una cultura de prevención

Chile frente a la incesante danza sísmica: ¿Estamos preparados para el próximo gran terremoto?: La normalidad del temblor y la urgencia de una cultura de prevención
Actualidad
Conflictos sociales
2025-11-14
Fuentes
www.latercera.com www.latercera.com cooperativa.cl www.latercera.com www.latercera.com www.latercera.com www.latercera.com www.latercera.com www.latercera.com www.latercera.com www.latercera.com www.latercera.com www.latercera.com www.latercera.com

- Frecuencia constante de sismos en Chile, desde julio hasta noviembre de 2025.

- Discrepancias en la percepción pública y la respuesta institucional.

- Debate abierto sobre la preparación real ante un eventual gran terremoto.

En las últimas semanas, Chile ha experimentado una seguidilla de movimientos sísmicos que, aunque en su mayoría de magnitud moderada, han vuelto a poner sobre la mesa la eterna pregunta: ¿estamos realmente preparados para el próximo gran terremoto?

Desde julio de 2025, el Centro Sismológico Nacional de la Universidad de Chile ha reportado una sucesión constante de temblores, con magnitudes que han oscilado entre 3.0 y 5.0, distribuidos principalmente en la zona norte y centro del país. El más significativo ocurrió el 13 de julio, con un sismo de magnitud 5.0 a 75 km al sureste de Socaire. Desde entonces, la actividad sísmica no ha cesado, con reportes diarios que evidencian la incesante actividad tectónica bajo el territorio nacional.

Esta realidad geológica no es nueva para Chile, que se ubica en el límite de las placas Nazca y Sudamericana, una de las regiones más activas del planeta. Sin embargo, la reiteración de estos movimientos ha generado una tensión palpable entre la normalización del fenómeno y la preocupación ciudadana.

El Servicio Nacional de Prevención y Respuesta ante Desastres (Senapred) ha reiterado sus recomendaciones oficiales sobre cómo actuar frente a un sismo, enfatizando la importancia de mantener la calma, identificar zonas seguras y preparar kits de emergencia. 'La cultura de prevención es la mejor defensa ante cualquier eventualidad', afirmó un portavoz de Senapred en agosto.

Pero no todos coinciden con este optimismo institucional. Desde sectores académicos y organizaciones sociales, se advierte que la persistencia de temblores debería ser un llamado urgente a revisar y actualizar los protocolos de emergencia, la infraestructura pública y privada, y la educación ciudadana en temas de riesgo.

Desde una perspectiva política, el debate se ha polarizado. Algunos actores gubernamentales defienden la robustez del sistema de monitoreo y respuesta actual, mientras que opositores y expertos independientes critican la falta de inversión sostenida en prevención y la insuficiente divulgación de información clara y precisa.

En regiones especialmente afectadas, como Antofagasta, Atacama y Coquimbo, las voces ciudadanas reflejan una mezcla de resignación y demanda de mayor apoyo estatal. 'Vivimos con el miedo constante, pero también con la esperanza de que esta vez estemos mejor preparados', comenta una vecina de Calama.

Históricamente, Chile ha sufrido terremotos devastadores, siendo el de 2010 uno de los más recordados por su impacto social y económico. A más de 15 años de ese evento, y frente a esta nueva oleada sísmica, la pregunta sobre la preparación nacional no ha perdido vigencia.

Con base en la evidencia recopilada, se puede concluir que:
- La actividad sísmica reciente es consistente con la dinámica geológica habitual del país, pero su persistencia exige atención continua.
- La respuesta institucional mantiene un discurso de prevención, aunque enfrenta críticas por falta de concreción y recursos.
- La sociedad chilena se encuentra en un estado de alerta reflexiva, donde la normalidad del temblor convive con una demanda creciente por mayor seguridad y educación.

El desafío para Chile es entonces claro: transformar la inevitabilidad sísmica en una oportunidad para fortalecer la resiliencia colectiva, mediante políticas públicas integrales, inversión en infraestructura segura y una cultura ciudadana empoderada. Solo así podrá el país enfrentar con menos tragedia y más preparación el inevitable próximo gran terremoto.