
El fin de una era monetaria y la persistencia en la guerra contra el terrorismo se han convertido en los dos hitos que marcan la agenda estadounidense en las últimas semanas, con consecuencias que trascienden sus fronteras y que invitan a una reflexión profunda sobre las prioridades y estrategias de la potencia global.
El 12 de noviembre de 2025, Estados Unidos acuñó el último centavo de dólar después de 232 años de circulación. Esta moneda, que nació en 1793 bajo la tutela del primer secretario del Tesoro, Alexander Hamilton, deja de producirse por una decisión tomada a principios de este año por la administración Trump, que ordenó detener su fabricación debido a su irrelevancia práctica y al alto costo de producción: fabricar un centavo cuesta hoy casi cuatro veces su valor nominal.
“Durante demasiado tiempo, Estados Unidos ha acuñado monedas de un centavo que literalmente nos cuestan más de dos centavos”, escribió Donald Trump en su red social Truth, subrayando el despilfarro económico que representaba mantener esta moneda en circulación.
Este hecho, más allá de su impacto económico, tiene un fuerte componente simbólico. El centavo ha sido parte de la cultura popular estadounidense, desde la compra de caramelos hasta la inspiración de frases como “Cada penique cuenta”. Sin embargo, su desaparición refleja la transición hacia una economía cada vez más digitalizada y una sociedad que cuestiona la utilidad de ciertos símbolos monetarios.
En paralelo, el 13 de noviembre de 2025, el Mando Central de Estados Unidos (CENTCOM) anunció la eliminación de cinco miembros del Estado Islámico en Siria y la captura de otros 19 en una serie de operaciones realizadas entre octubre y noviembre. Estas acciones forman parte de una campaña sostenida para impedir la regeneración y exportación de ataques terroristas por parte del grupo extremista.
El comandante Brad Cooper destacó que estas operaciones, apoyadas en cooperación con autoridades sirias, constituyen un “éxito notable” en la lucha antiterrorista, y subrayó la importancia de la repatriación de civiles desde campos de desplazados como Al Hol y Al Roj para evitar la radicalización, especialmente de mujeres y niños.
Estas dos historias, aparentemente dispares, revelan tensiones internas y externas en la política estadounidense. Por un lado, la renuncia a un símbolo tradicional de la economía refleja un pragmatismo fiscal y una adaptación a nuevas realidades tecnológicas. Por otro, la continuidad en operaciones militares en Siria muestra la persistencia de Estados Unidos en mantener su influencia y seguridad global, a pesar de la fatiga de guerras prolongadas.
Desde la perspectiva política, sectores conservadores celebran la eliminación del centavo como un avance hacia la eficiencia económica, mientras que voces progresistas advierten sobre la pérdida de símbolos populares y la necesidad de considerar el impacto social de estas decisiones. En el ámbito internacional, la acción contra Estado Islámico es vista por aliados como un compromiso firme, pero también genera cuestionamientos sobre la estrategia a largo plazo y las consecuencias humanitarias en la región.
En Chile y América Latina, estas noticias invitan a reflexionar sobre el papel de Estados Unidos en la configuración del orden global y sus implicancias en políticas económicas y de seguridad regionales. El fin del centavo puede ser interpretado como un indicio de cambios en la economía global, mientras que la lucha contra el terrorismo sigue siendo un recordatorio de los desafíos geopolíticos persistentes.
En conclusión, la eliminación del centavo y las operaciones contra Estado Islámico son manifestaciones de un Estados Unidos que se adapta y resiste simultáneamente, enfrentando las tensiones entre tradición y modernidad, seguridad y economía. Estas decisiones, con sus luces y sombras, configuran un escenario complejo que merece ser observado con distancia y análisis crítico para comprender sus verdaderas implicancias en el presente y futuro global.