
En un giro que pocos anticiparon, Donald Trump emergió en octubre de 2025 como el único actor capaz de sentar a Benjamín Netanyahu y a los líderes palestinos a una mesa de negociación en la Franja de Gaza. Este movimiento, que ha sido objeto de análisis y controversias, se produce tras años de intentos fallidos por parte de la ONU, Europa y otros actores internacionales que no lograron avanzar en un proceso de paz sostenible.
El contexto que antecedió esta situación es clave para entender la magnitud del fenómeno. Desde 2023, la escalada de violencia en Gaza y Cisjordania había profundizado la crisis humanitaria y política, mientras que los organismos multilaterales y gobiernos regionales mostraban una creciente incapacidad para imponer un diálogo efectivo. En este escenario, Trump, desde una posición no oficial pero con amplio capital político y mediático, desplegó una estrategia de presión directa y negociaciones paralelas que culminaron en la histórica reunión.
El analista internacional Jorge Sanz, académico de la Universidad del Desarrollo, señaló en octubre que "Trump fue el único capaz de obligar a Netanyahu a sentarse en una mesa". Esta afirmación, recogida por medios como Cooperativa.cl, subraya la singularidad del rol del exmandatario, cuya iniciativa contrastó con la pasividad o el fracaso de actores como la ONU, la Unión Europea, países árabes, Rusia y China.
Desde una perspectiva política, el episodio ha generado reacciones encontradas. En Israel, sectores conservadores expresaron reticencias, temiendo concesiones que podrían debilitar la seguridad nacional, mientras que grupos más moderados valoraron la apertura al diálogo. En la región árabe, la recepción fue ambivalente: algunos gobiernos mantuvieron distancia, cuestionando la legitimidad de Trump como mediador, mientras que voces civiles y ONG humanitarias celebraron la posibilidad de un cese al fuego y una solución duradera.
El acuerdo preliminar logrado en noviembre de 2025 incluye compromisos para la reducción de hostilidades, apertura gradual de corredores humanitarios y una hoja de ruta para futuras negociaciones políticas. Sin embargo, la fragilidad del pacto y las dudas sobre su implementación han mantenido la tensión y el escepticismo.
Desde el prisma internacional, la iniciativa de Trump ha reconfigurado momentáneamente las alianzas y la dinámica diplomática en Medio Oriente. Estados Unidos, bajo el liderazgo indirecto de su exmandatario, recuperó protagonismo en una crisis que parecía estancada, mientras que otros actores globales enfrentan cuestionamientos sobre su efectividad y compromiso.
Finalmente, la historia que se despliega ante nuestros ojos es una tragedia en curso, donde la esperanza y la desconfianza conviven en un escenario de alta complejidad. Como advierte la socióloga regional Fatima Al-Husseini, "este proceso muestra que el poder real no siempre reside en las instituciones oficiales, sino en quienes pueden ejercer presión directa y personal en los líderes". Esta reflexión invita a repensar los mecanismos tradicionales de resolución de conflictos y la naturaleza del liderazgo en contextos de crisis.
En conclusión, el episodio confirma que, en el tablero geopolítico, las figuras inesperadas pueden cambiar el curso de la historia. Sin embargo, la paz en Gaza sigue siendo un desafío monumental, con consecuencias que solo el tiempo y la voluntad colectiva podrán resolver. La lección más clara es que la mediación efectiva demanda no solo poder y presencia, sino también una comprensión profunda del entramado social, político y humano que sostiene el conflicto.
2025-11-12
2025-11-02
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