
Un coliseo de tensiones fiscales y políticas se desplegó en el Congreso chileno durante la discusión del Presupuesto 2026, dejando en evidencia que el choque entre responsabilidad fiscal y demandas sociales no sólo es una batalla técnica, sino un escenario donde se juegan identidades y estrategias electorales.
El rechazo sin precedentes por parte de la oposición a casi todas las partidas presupuestarias en la Comisión Especial Mixta de Presupuestos ha puesto en jaque al Gobierno, que ahora deberá negociar con menos tiempo y en un ambiente enrarecido tras la primera vuelta presidencial del próximo 16 de noviembre.
El epicentro de la disputa ha sido la eliminación de la tradicional glosa republicana, un mecanismo mediante el cual se dejaban recursos a libre disposición del gobierno entrante para sus prioridades iniciales. El Ejecutivo, liderado por el ministro de Hacienda Nicolás Grau, propuso su fin y en su lugar otorgó una facultad limitada —de hasta US$700 millones— para reasignar recursos dentro del Presupuesto durante el primer semestre del nuevo gobierno, pero sin aumentar el gasto total.
"Nuestra propuesta le da más libertad a la siguiente administración porque le permite definir a dónde van estos recursos y de dónde vienen, en lugar de que lo definamos nosotros con nuestras prioridades", declaró Grau en octubre.
Sin embargo, esta propuesta fue recibida con recelo y rechazo transversal, incluso por parte de figuras oficialistas como la candidata presidencial Jeannette Jara, quien insistió en la necesidad de reponer la glosa republicana para garantizar "todos los recursos y facultades para cumplir con los compromisos hechos a la ciudadanía".
La ausencia de un acuerdo claro sobre esta glosa ha tensionado la discusión presupuestaria y generado incertidumbre sobre el margen de maniobra del próximo gobierno.
Desde el oficialismo, el ministro Grau defendió la gestión fiscal del Gobierno, argumentando que el aumento del gasto público ha sido menor que en administraciones anteriores y que las finanzas públicas han mejorado, respaldado por la evaluación positiva de las principales agencias clasificadoras de riesgo.
"Los precios que evalúan la sostenibilidad financiera y fiscal de nuestro país tienen una evolución positiva", señaló Grau, valorando la confianza internacional en la política fiscal chilena.
En contraste, la oposición, especialmente el Partido Republicano y Renovación Nacional, criticó duramente el Presupuesto, acusando un mal diseño y falta de transparencia. Frank Sauerbaum, jefe de bancada de RN, sostuvo que el proyecto sobreestima ingresos y que el aumento del gasto implicaría mayor endeudamiento o recortes futuros, afectando la estabilidad fiscal.
"Nos ha obligado a buscar mecanismos de ahorro fiscal para crear la glosa de libre disposición", explicó Sauerbaum, justificando el rechazo a partidas específicas.
Además, la oposición republicana propuso recortes de hasta US$2.000 millones, apuntando a una reducción significativa del gasto social, una propuesta que Grau calificó de "dañina para las personas" y "electoralista".
El ministro Grau no ocultó su frustración ante la estrategia de rechazo total de la oposición, señalando que "la oposición está renunciando a hacer su trabajo legislativo" y que esta actitud perjudica el buen análisis y mejora de los proyectos que tradicionalmente sí se lograba con diálogo.
"Esta estrategia de rechazarlo todo es muy irreflexiva y no permite distinguir en qué cosas estamos de acuerdo y en qué cosas tenemos desacuerdo", criticó.
Por su parte, el oficialismo espera que tras las elecciones se retome un diálogo constructivo, especialmente con Chile Vamos, sector que Grau considera más abierto a acuerdos que el Partido Republicano.
Este episodio revela varias verdades y desafíos para Chile:
- La discusión presupuestaria es un termómetro político que refleja las tensiones de un país polarizado y con elecciones presidenciales a la vista.
- El fin de la glosa republicana, un cambio técnico con impacto político, simboliza la tensión entre control fiscal y autonomía gubernamental.
- La estrategia de rechazo total de la oposición, liderada por el Partido Republicano, ha complicado la negociación y podría afectar la calidad y oportunidad de la Ley de Presupuestos.
- El Gobierno mantiene una postura de responsabilidad fiscal, con énfasis en contener el gasto, pero enfrenta críticas por falta de claridad y transparencia en algunos puntos.
- Finalmente, la ciudadanía queda expectante y en cierta incertidumbre, pues el Presupuesto es la hoja de ruta para políticas públicas que impactan directamente en salud, vivienda, educación y seguridad.
En suma, la trastienda del Presupuesto 2026 se ha transformado en un escenario donde convergen las disputas electorales, la gestión económica y la urgencia social, dejando al descubierto la complejidad de gobernar en tiempos de alta fragmentación política y demandas ciudadanas crecientes.