El Tren de Aragua en América Latina: De la fuga al encierro, un desafío a los sistemas de justicia y penitenciarios

El Tren de Aragua en América Latina: De la fuga al encierro, un desafío a los sistemas de justicia y penitenciarios
Actualidad
Crimen y seguridad
2025-11-14
Fuentes
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- Expansión transnacional del Tren de Aragua en prisiones y calles de Chile, Perú y México.

- Fugas y extradiciones que evidencian fallas y fortalezas en la cooperación judicial.

- Choques culturales y violencia dentro de cárceles que reflejan un fenómeno complejo de criminalidad organizada.

Un salto mortal desde Medellín a las cárceles latinoamericanas. Ender Rojas Montana, miembro del Tren de Aragua requerido por Chile y Perú, murió el 9 de octubre de 2025 al caer desde un octavo piso durante un operativo policial en Colombia. Su historia traza una línea que une la impunidad, la cooperación internacional y la violencia que esta megabanda venezolana ha impuesto en la región.

En México, apenas días antes, la captura de Nelson Arturo Echezuria Alcántara y dos colaboradores en Ciudad de México puso en evidencia la profunda infiltración del Tren en el país. Considerado líder de la organización en México, Echezuria está vinculado a feminicidios, trata de personas, secuestro y tráfico de drogas, operando en estados clave como Puebla y Morelos.

Mientras tanto, en Perú, el fenómeno ha tomado una forma particular y alarmante: más de 4.000 venezolanos, muchos ligados a la banda, han impuesto una cultura carcelaria propia, caracterizada por códigos estrictos de violencia, machismo exacerbado y una jerarquía que penaliza actos tan simples como limpiar o afeitarse las piernas. Investigadores de la Universidad del Pacífico han documentado esta realidad, destacando cómo el modelo de control de la cárcel Tocorón, en Venezuela, ha sido exportado y adaptado, generando tensiones y una nueva dinámica delictiva en prisiones peruanas superpobladas y con escasa capacidad para contener esta ola.

En Chile, la extradición y encarcelamiento de cinco miembros del Tren de Aragua desde Estados Unidos y otros países ha sido un paso significativo para la justicia local. Estos sujetos, vinculados a delitos graves como homicidio, trata de personas y secuestro, permanecen en el Recinto Especial Penitenciario de Alta Seguridad bajo vigilancia total y estrictas restricciones, buscando evitar la reproducción de las redes criminales dentro de las cárceles nacionales. Sin embargo, la amenaza de contacto con otros internos y la posible continuidad de la influencia de la banda persiste en el debate público y judicial.

Desde una perspectiva política, la cooperación internacional —que ha permitido extradiciones y capturas en varios países— es celebrada como un avance contra la impunidad. Sin embargo, voces críticas señalan que la fuga de criminales como Rojas Montana, tras controversiales decisiones judiciales en Chile, expone grietas en los sistemas de justicia y la necesidad de reformas profundas.

Socialmente, la llegada y arraigo del Tren de Aragua en territorios extranjeros ha generado preocupación entre comunidades migrantes, autoridades y expertos en seguridad. Mientras algunos sectores enfatizan la necesidad de políticas migratorias más estrictas y controles reforzados, otros advierten sobre el riesgo de estigmatización y la complejidad de separar a migrantes vulnerables de delincuentes organizados.

El fenómeno del Tren de Aragua también evidencia una disonancia cognitiva profunda: la coexistencia de migrantes que buscan sobrevivir con estructuras criminales que operan con brutalidad y sofisticación. La violencia y la cultura carcelaria que imponen no solo desafían a los sistemas penitenciarios sino que también tensionan las políticas públicas y la convivencia social en países que ya enfrentan desafíos económicos y sociales significativos.

Finalmente, la tragedia de estos individuos y sus víctimas es un espejo donde se reflejan las consecuencias de la globalización del crimen organizado, la fragilidad institucional y la complejidad de integrar justicia, seguridad y derechos humanos en contextos migratorios y penitenciarios.

"Esta extradición demuestra la voluntad del Estado chileno de que, aun fuera de nuestras fronteras, tenemos la capacidad de identificar, capturar y llevar a la justicia a estos sujetos", afirmó el subsecretario de Justicia chileno, mientras en Perú, expertos advierten que "la lucha no es contra migrantes, sino contra ejércitos de mercenarios con amplia experiencia delictiva".

En suma, la historia del Tren de Aragua en América Latina es una tragedia en desarrollo, donde la justicia, la política y la sociedad se enfrentan a un enemigo que no conoce fronteras y que ha sabido adaptarse y expandirse, dejando tras de sí un rastro de violencia, miedo y desafíos pendientes para los Estados y sus ciudadanos.